Raimundo Fitero
DE REOJO

Latín

Sorpresas encadenadas: un político dimite y se vuelve a dar clases. Y esas clases que imparte son de latín en un instituto. Además, ese político, Antonio Maíllo, es un miembro destacado de IU en Andalucía, que asegura que el «estrés de la política es incompatible con la vida saludable». Viene de recuperarse de un cáncer de estómago y el detalle de volver a dar clases de latín y griego, lo convierte en un modelo ético. Volver al instituto es volver a un sueldo menor, a una disciplina que debe tener algo vocacional y a apartarse de los focos diarios, a tener que opinar de todo o casi todo. 

Y tiene mucha razón sobre que la política actual, la partidaria, es estresante, pero sobre todo para los votantes de cada opción, y para la ciudadanía en general. La descomposición de todos los principios básicos de casi todas los partidos o agrupaciones es de una contundencia que parece insuperable. Pactar es un verbo hermoso que se está convirtiendo en sinónimo de traición. Eso que llaman líneas rojas, son líneas azules que viran hacia la invisibilidad. El relativismo es una careta, nos quieren hacer creer que todo depende de decisiones teledirigidas, tomadas en lugares ignotos por un algoritmo que seguramente acaba en las terminales de los poderes fácticos.

No hace tanto que se utilizaba un término político polisémico. Posibilismo. Y ahora no se sabría ni definir. Hacer lo posible parece ser una condena, no una alternativa. Quizás se deba volver a interpretar la noción de posibilismo y con una pregunta inmediata, ¿qué posibilismo? Si el posibilismo termina siempre en hacer políticas de derechas con disfraces de izquierdas, eso se llama estafa. ¿Es posible implementar políticas económicas socialdemócratas? Vamos a ver la correlación de fuerzas. Utilizo un lenguaje encriptado y anacrónico para despistar a los censores y tertulianos.