Aritz INTXUSTA
IRUÑEA

La derecha presiona a Ferraz tras el paso adelante del PSN en Nafarroa

Los periódicos madrileños y la «Brunete» mediática fijaron que ayer tocaba hablar de lo que sucedió el miércoles en la constitución del Parlamento navarro. A Javier Esparza (NA+) se le abrían los micrófonos de los matinales de radio y televisión mientras los líderes de PP y Ciudadanos lo usaron para desmarcarse de la investidura de Pedro Sánchez.

A Ferraz le tocaba ayer aguantar el chaparrón, aquel que nunca ha querido que le moje. Los grandes periódicos de la derecha, esos que reflejan opiniones de bloques mediáticos aún más grandes, daban por bueno que habrá un Gobierno progresista en Nafarroa. Lo de que el PSN hiciera presidente del Parlamento a Unai Hualde, de Geroa Bai, les pareció la prueba del algodón. Y el hecho de que, finalmente, entrara EH Bildu a ese órgano les corroboró esa tesis. En consecuencia, cargaron con todo.

“El Mundo” se saltó cualquier marco navarro, haciendo trazo grueso de las peculiaridades políticas del herrialde. Afirmó que lo ocurrido era una cosa ideada por Arnaldo Otegi. También “ABC y “La Razón” iban por ahí. La tónica general era que todo iba atado a una abstención de ERC y EH Bildu para investir a Sánchez. Aquella idea –que tanto gustó en algunos círculos de Madrid– de que con los votos de Navarra Suma y PNV, junto a otros partidos chiquitines y la suspensión de los diputados catalanes presos daba para una investidura de Sánchez sin independentistas se daba ya por finiquitada. La bautizada como «Vía Navarra» había muerto.

A nadie se le escapa que lo sucedido en Nafarroa fue autorizado por Ferraz y, por tanto, Ferraz había de ser la diana. Ningún periódico de derechas contextualizó nada. Lo único que destacaban era que el PSOE se acercaba a EH Bildu. El editorialista de “La Razón” enumeraba puntos de encuentro entre Otegi y Sánchez de un año a esta parte, recalcando el papel jugado por EH Bildu en la aprobación de aquellos «viernes sociales» con los que Sánchez ganó popularidad antes de las elecciones.

La figura de Javier Esparza –el líder de la fórmula Navarra Suma que tanto gusta a figuras como Cayetana Álvarez de Toledo o Mario Vargas Llosa– fue ayer muy buscada. A fin de cuentas, todos estos medios entienden que el PSN le ha birlado Nafarroa mediante un pacto «indecente». Se encontraron con un Esparza salido de madre. «Los socialistas han traicionado a sus muertos», proclamaba. El de UPN también apuntaba a Sánchez como culpable de todo. «Nunca antes un presidente del Gobierno había bendecido un acuerdo con los amigos de los asesinos de ETA», le contó a Susanna Griso en una conexión en directo con Iruñea durante su matinal de Antena 3. Poco antes, Esparza había sido entrevistado por Carlos Herrera en “Cope”.

Celaá, Casado y Rivera

Como los dardos apuntaban directamente a Sánchez, tuvo que salir al paso el propio Gobierno. El asunto pasó, en consecuencia, de un dilema de partido a asunto de Estado. Intervino la portavoz del Ejecutivo, Isabel Celaá, para mostrar su «estupor», por la que estaban montando en todas partes. «En España no hay ninguna fuerza política ilegalizada», remarcó, defendiendo las opciones de Chivite.

«Más allá del cinismo y de la hipocresía de estas fuerzas [en referencia a que PP y C’s están pactando con Vox], ellos saben perfectamente que el PSN no ha hablado ni pactado con Bildu ni con Navarra Suma, y para conseguir la presidencia del Parlamento navarro no necesita de ninguna de los dos, afortunadamente», aseveró Celaá.

Y así, el primer día de la tormenta perfecta de la derecha contra Ferraz por el pasito (porque lo del miércoles tampoco fue una gran zancada en aras a formar gobierno), se saldó con el Ejecutivo validando todo lo sucedido. Si bien, esto no quiere decir gran cosa, porque si de verdad la presión hizo mella en Ferraz, tampoco lo iba a reconocer públicamente. Se verá en las próximas semanas. No hay prisa. Lo esperable es que la investidura de Sánchez ralentice cualquier movimiento en Nafarroa. &discReturn;

Las presiones no llegaron solo de medios y tertulianos. Pablo Casado y Albert Rivera también hablaron del tema. Les valió para reafirmarse en que no echarán una mano a Sánchez cuando le toque ir a la investidura. Sin embargo, la postura de ambos líderes ya estaba fijada de antemano, por lo que al PSOE no le cambió mucho el escenario.

Por otra parte, ayer fue un día difícil para Casado y Rivera y esto diluyó su capacidad de presión. El naranja sigue lidiando con su cisma en Barcelona, debido el empeño de Manuel Valls de aplicar en la política estatal criterios europeos. Y el azul tuvo que capear un nuevo episodio del juicio por el destrozo del portátil donde Luis Bárcenas llevaba el registro de la caja B.