La Policía antidisturbios cargó anoche en Hong Kong contra un grupo de personas en el barrio de Mongkok, en el norte de la ciudad, después de que decenas de miles de personas –230.000, según los convocantes, y 56.000, según la Policía– marcharan con el objetivo de mantener la presión sobre el Gobierno local prochino.

Los manifestantes se concentraron frente a la estación de la que parten los trenes de alta velocidad hacia China continental, un proyecto muy contestado cuando se construyó y uno de los principales símbolos de la presencia china en la ciudad al hacer de frontera con la China continental en el centro de Hong Kong y estar vigilada por la Policía de Pekín, pese a que West Kowloon está a kilómetros de la frontera, situada al norte.

Se trata del primer acto de protesta importante desde que el Parlamento de Hong Kong fue asaltado el 1 de julio también por manifestantes enmascarados, jóvenes en su mayoría. Fue también la primera desde que comenzaron las protestas, el 12 de junio, convocada en el distrito de Kowloon, la zona peninsular y comercial de la ciudad, frecuentada por turistas chinos.

La manifestación no fue esta vez organizada por el Frente Civil de Derechos Humanos, convocante de las anteriores, sino que se puso en marcha a través de foros de Internet.

Uno de los organizadores, el joven activista Ventus Lau, destacó que mucha gente había asistido a la marcha en solidaridad con los que participaron en el asalto al Parlamento.

«Los ciudadanos que vinieron hoy quieren decirle al Gobierno que están unidos y que no serán divididos», señaló en referencia a lo que consideran la estrategia del Ejecutivo local y de Pekín de descalificar «el vandalismo» del asalto al Legislativo y dividir a los manifestantes entre «pacíficos y violentos».

Desde hace semanas, el centro financiero internacional es escenario de enormes protestas contra un proyecto de ley que autoriza las extradiciones a China.