Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Génesis»

Cuando las pulsaciones se aceleran

No dejan de sorprender los caprichosos designios de la distribución cinematográfica y ejemplo de ello es que en nuestras pantallas todavía no hayamos podido visionar la segunda película de Philippe Lesage (“Copenhague A Love Story”, 2016) si tenemos en cuenta su magnífico debut detrás de la cámara con “Los demonios” (2015). Si en este filme el cineasta canadiense echaba mano de sus recuerdos de infancia para retratar los constantes vértigos y miedos que se dan cita en dicha etapa vital y que tenían como detonante una serie de secuestros de niños, en esta tercera realización Lesage vuelve a recurrir a sus vivencias para dar forma y contenido a un excelente retrato vital que explora esa no menos conflictiva etapa que se escenifica en la adolescencia.

Para tal fin, el cineasta delega nuevamente en el actor Édouard Tremblay-Grenier –quien ya aparecía en “Los demonios”– el papel de álter ego del cineasta y testigo de los episodios que se suceden.

Mediante planos carentes de prisa y a ratos medidos por una pausa que podría poner a prueba la paciencia de los espectadores, Lesage se sirve de su cámara para elaborar un cuidado perfil de personajes.

Otro elemento a tener en cuenta es el notable equilibrio que el director consigue a la hora de alternar la calidez y la gelidez cuando aborda cuestiones tan cargadas de emoción como es el despertar a la vida y, sobre todo las emociones que nos abordan cada vez que nuestras pulsaciones se aceleran y dan paso a un intento de relación que no siempre es correspondido por la otra persona. En este punto también destaca la pericia de Lesage dirigiendo un joven reparto en el que, al igual que en “Los demonios”, también figura el actor Théodore Pellerin. Honesta en sus intenciones, “Génesis” reniega de los subrayados y aborda con naturalidad los insondables territorios de las emociones.