Pablo L. OROSA
RESULTADOS DE LAS ELECCIONES EN MOZAMBIQUE

Las irregularidades electorales le abren otra vena al proceso de paz en Mozambique

La arrolladora reelección del presidente de Mozambique, Filipe Nyusi, mejorando en casi 20 puntos su resultado de 2014 pese a los escándalos de corrupción que continúan salpicando a Frelimo, no ha sido aceptada por la oposición, cuya denuncia de fraude implica una amenaza tangible de ruptura del proceso de paz.

La oposición ha anunciado ya que no acepta la reelección del presdidente y líder del Frente de Liberación de Mozambique (Frelimo), Filipe Nyusi, vencedor según la Comisión Electoral con el 73% de los votos frente al 22% del candidato de Renamo, y exige una nueva votación. De lo contrario, la amenaza de las armas vuelve a estar sobre la mesa.

En palabras de su secretario general, André Magibire, los comicios del pasado octubre han sido un «fraude» que «demuestra que Frelimo no quiere la paz y viola el acuerdo de paz firmado en agosto”, el tercero desde que estallara el conflicto civil en 1976. La respuesta de los líderes de Frelimo, en el poder desde la independencia del país, es negar cualquier irregularidad y reclamar sentido de estado para no poner en peligro el camino recorrido hacia la paz.

Un escenario volátil en el que cualquier incidente, como las protestas que ya se están registrando en los feudos opositores del centro del país o los ataques perpetrados por supuestos miembros de Renamo que dejaron esta semana tres muertos – ya van siete desde la firma del acuerdo en agosto–, podría llevar al país de nuevo a un conflicto armado.

«Mozambique está experimentado un tenso momento político y los pasos que los principales partidos den en estos días será clave para garantizar la estabilidad del país», asegura en un artículo la investigadora del Institute for Security Studies, Liesl Louw-Vaudran. «La oposición, hasta el momento, está siendo suave en su discurso, pero ya ha dicho que no va a aceptar los resultados y esto podría encaminarnos hacia un problema político-militar», añade Helder Mendonça, líder del partido recientemente creado Podemos –cuya candidatura a las presidenciales fue vetada–, y sobrino del histórico combatiente por la independencia Francisco Manyanga.

La inestabilidad dentro de la propia Renamo, con la denominada Junta Militar, un movimiento formado por unos 500 hombres pertrechados en sus bases de la Gorongosa, que rechazó desde un principio el acuerdo de paz y se negó a entregar las armas, añade más dudas sobre el rumbo que el partido vaya a tomar.

Por el momento, se especula con la celebración de un congreso extraordinario en las próximas para tratar la continuidad de Ossufo Momade como líder político. A partir de ahí, Renamo deberá decidir si opta por continuar con el proceso de paz o elige retomar las armas.

Una tesitura ante la que Frelimo, cuya estructura hace tiempo que se confunde con la del Estado, ya se está preparando. Con la justificación oficial de combatir la insurgencia yihadista en Cabo Delgado, el Gobierno ha acelerado su aproximación a Rusia: contratistas de este país están al frente de las operaciones de seguridad en el norte del país, donde se ha descubierto la mayor reserva de gas al sur del Sáhara, 5,7 billones de metros cúbicos; al tiempo que ambos ejecutivos han reconocido la cooperación militar existente: «Dependiendo de la situación, prestamos más o menos asistencia a nuestros amigos mozambiqueños (…) Sólo hacemos lo que ellos nos piden», declaró el embajador ruso en el país, Alexander Surikov. Por el momento, los barcos de la armada rusa ya tiene la autorización para atracar en los puertos de Mozambique.

El temor a la influencia rusa en un país donde las empresas europeas y norteamericanas tienen importantes intereses, principalmente en la extracción de recursos naturales, frena cualquier maniobra de la comunidad internacional. Por mucho que la propia misión de observadores de la UE haya reconocido que las elecciones se han celebrado en un «clima de miedo»y que «el partido gobernante se ha beneficiado de las ventajas de su mandato, incluyendo el uso injustificado de los recursos estatales» o que la embajada de EEUU hable de «numerosas irregularidades y vulnerabilidades en el recuento», ni unos ni otros se plantean cuestionar la victoria de Nyusi.

La sensación es que Frelimo habría podido ganar igual, pero que ante la incertidumbre de un mal resultado electoral llevó al extremo su plan de contingencia: primero por lo legal, llevando la campaña a cada aldea de un país que sigue siendo eminentemente rural y en el que el voto se gana muy frecuentemente en los tratos personales, y después por lo ilegal: alterando el censo para favorecer la preponderancia de provincias afines, inhibiéndose en la intimidación a observadores independientes –incluido el asesinato de uno de ellos a cargo de un escuadrón paramilitar que ya está siendo investigado– o permitiendo el incumplimiento de la ley electoral con la publicación, por un think tank vinculado a Rusia, de una encuesta preelectoral en un país en el que están prohibidos los sondeos.

El resultado ha sido una victoria demasiado incontestable, incluso para Frelimo: además de la presidencia, obtuvo 184 de los 250 asientos de la asamblea nacional y se hizo con el control de las 10 asambleas provinciales en las que, por primera vez, la fuerza más votada iba a poder elegir directamente al gobernador. Frelimo ganó incluso en las provincias donde históricamente la oposición vencía con claridad. Ahí, en la gestión de los fondos asignados a esos gobiernos provinciales, se esconde una parte importante del conflicto.

«Es el peor proceso que ha tenido lugar en Mozambique», asegura Mendonça, quien augura el «giro autoritario» de un Gobierno que podrá manejar la próxima comisión electoral, modificar la Constitución para permitir un tercer mandato de Nyusi y coartar la persecución judicial del escándalo de las deudas ocultas. Todo mientras el país se pregunta si seguirá durando la paz.