Raimundo Fitero
DE REOJO

Citogenética

Con tantos especialistas fragmentarios, seguro que existe un lugar universitario donde se enseñe la citogenética referida a la televisión en su relación con la política. Se trata de estudiar la estructura, función y comportamiento de los cromosomas, a partir de unos denominados bandeados G. Intento centrarme en la repercusión de una expresión de Belén Esteban, portavoz del programa “Sálvame” en los premios Iris que concede la Academia del asunto, que colocó de alguna manera su corona de princesa del pueblo en el rango de defensora televisiva del mismo, y aquellas armas utilizadas para su alienación y desarme ideológico.

Celebró que por primera vez en los años que llevaba ese programa vespertino reciba un premio «la televisión popular». Alto. ¿En qué deberíamos fundamentar la definición de un programa televisivo en el rubro de popular? ¿Es cuestión de cantidad, de destilación de sus intenciones de entretenimiento o acercamiento a asuntos íntimos, generacionales, de género o de clase? Que levante la mano quién lo sepa, ¿qué diferencia hay entre televisión popular y populista? Ambos términos están calcinados por el mal uso de los políticos de aluvión, pero hay diferencias perceptibles casi a primera vista. Instalados en el ámbito de los cromosomas, hay que esperar los resultados de laboratorio para concluir la observación.

A renglón seguido me sitúo en el limbo para intentar deshuesar la programación televisiva que más conciudadanos reúne y solamente hay una posibilidad de escape, entender que estamos ante un medio que sirve formación, información y entretenimiento a las masas. En el mismo aparato se puede conocer una receta de pollo al chilindrón, un avance tecnológico fundamental, un gol de Susaeta, los detalles de las uñas de Rosalía o una proclama fascista. ¿Quién decide?