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puerto príncipe

Los olvidados de Haití malviven en refugios 10 años después del seísmo

Sin agua potable, bajo techos de zinc que no protegen de la lluvia y con unas fétidas letrinas comunitarias, miles de haitianos siguen malviviendo, olvidados por todos, en los refugios temporales levantados tras el terremoto que devastó la región de Puerto Príncipe en 2010.

Uno de los más populosos de los 22 que siguen en pie es Corail, con cientos de viviendas de chapa o frágil tablero que se desperdigan por un terreno pedregoso, en medio de la nada, a 25 kilómetros al norte de la capital y a unos 15 minutos en automóvil del núcleo urbano más cercano. Su aislamiento –no hay transporte público– hace casi imposible a sus moradores hallar trabajo o asistir a la escuela.

«Vivimos en la miseria, la miseria nos envuelve. Si tuviéramos dinero podríamos hacer algo, pero no lo tenemos», dice resignada a Efe Helene Laura, que comparte con seis hijos una pequeña casa de un ambiente.

Unas 34.000 personas, según cálculos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), siguen viviendo en una situación similar desde el terremoto, que cumplirá su décimo aniversario el domingo.

Las casas en Corail fueron construidas por una ONG como refugio temporal por un máximo de dos o tres años para las personas que se quedaron sin hogar cuando tembló la tierra, dejando 316.000 muertos.

La mayoría de los 1,5 millones de desplazados han sido realojados y no quedan tiendas de campaña en Puerto Príncipe, pero los refugios temporales siguen en pie a duras penas.

Las lluvias, y en especial los huracanes, es lo que más temen los habitantes de Corail porque las goteras les obligan, a veces, a dormir a la intemperie. Pero también enfrentan otras amenazas como la insalubridad de las letrinas comunitarias que, sin mantenimiento, están en mal estado y desaguan en una zanja a cielo abierto.

Herlande Mitile, comerciante de 36 años a la que el terremoto dejó en una silla de ruedas y vive de la caridad de sus vecinos, se trasladó con sus dos hijas a la villa Lumane Casimir tras sobrevivir durante meses en una campamento improvisado.

Aislada geográfica y administrativamente y autogestionada en la actualidad, iba a ser un modelo de planificación urbana para el país, con tres mil viviendas en alquiler resistentes a los seísmos, mercado, zona industrial, comisaría de Policía, parque de bomberos, escuela y dispensario. Pero, como cientos de obras inacabadas, este ambicioso proyecto financiado por Petrocaribe no se ha materializado; en este caso, por mala gestión y corrupción.