Las Fuerzas de Seguridad lanzaron gases lacrimógenos y utilizaron cañones de agua para dispersar a los manifestantes que trataban de bloquear el acceso al Parlamento para impedir la presentación de la hoja de ruta del nuevo Ejecutivo y una moción de confianza. La Policía se empleó a fondo y provocó 370 heridos, 45 de ellos hospitalizados. Finalmente, 68 de los 128 diputados superaron, aunque por poco el quorum (algunos durmieron en el hemiciclo y otros boicotearon la sesión).

Los protestantes bloqueron el convoy de un ministro, lanzando huevos contra su vehículo al grito de «¡Dimisión!» e hirieron a golpes a un diputado que intentaba entrar.

Los manifestantes exhibieron pancartas con el lema «No hay confianza» en el nuevo Gobierno liderado por el primer ministro, Hassan Diab, y conformado por 20 ministros.

Las protestas se suceden en Líbano desde el 17 de octubre y exigen un gobierno de tecnócratas, completamente ajeno a la clase política, y el fin del reparto del poder según criterios sectarios, instaurado tras la guerra civil libanesa porque, sostienen, abre la puerta a la corrupción, el clientelismo y a la ineficacia.