Raimundo Fitero
DE REOJO

Humildad

Las personas más propensas a la aceptación de la realidad sobrevenida tienen el consuelo a su libre disposición. Quienes elaboran teorías, analizan desde puntos de vista tóxicos todo cuanto sucede, acaban con brotes de apoplejía que se pueden convertir en un TOC social de gravedad variable. No existe un manual de supervivencia adecuado a las actuales circunstancias, nadie sabe qué sucederá pasado mañana y da la impresión de que las medidas económicas de todos los gobiernos no son otra cosa que curar un cáncer con un paracetamol. Necesarias, sí, pero insuficientes. Y deberán seguir otras mayores, porque el colapso social y económico es total. Y como derivada de la angustia es que la gente, en general, se preocupa de su situación y no atiende con el debido interés al grave problema sanitario global.

La crisis económica ha sido del modelo explosión, una bomba en el corazón de las actividades, no una crisis financiera planificada o una estafa. Se trata, al parecer, de algo no previsto, por eso hay que agarrarse a las frases que proporcionen algún alivio. Comprender que lo que nos sucede debe servir para entender que la naturaleza nos está dando una lección de humildad. Esta palabra, humildad, es hoy una tabla de salvación. Ante este desastre pandémico, que los expertos consideran que en Europa no ha hecho nada más que empezar, todo ha saltado por los aires. El frenazo económico va a afectar a todos y será la orientación de las medidas políticas las que ayuden a que se reduzcan las diferencias, se equilibre las diferencias abismales que este capitalismo financiero y salvaje está proporcionando. Si con humildad entendemos que las consecuencias de esta situación vienen de una planificación neoliberal, a lo mejor salimos con alguna posibilidad. Si nos preocupamos únicamente por el hoy, mañana será peor.