Beñat ZALDUA
DONOSTIA
CRISIS DEL CORONAVIRUS

Madrid se aferra al pico de casos; Lakua, a que la industria no pare

Aunque el Gobierno español insiste en que el pico de contagios está cerca, el espejo italiano y los avisos de algunos expertos invitan a la cautela, tras una jornada en la que los fallecidos se dispararon hasta los 81 en Euskal Herria. Una evolución que abre interrogantes sobre la actividad ordinaria que se trata de mantener en algunas industrias.

El pico y la curva. Si con la crisis de 2008 todos descubrimos al pequeño economista que teníamos dentro, la crisis sanitaria está haciendo emerger al desconocido epidemiólogo que se escondía en el fondo de nuestro ser. Aprendemos nuevos conceptos y asignamos renovados significados a viejas palabras. Pico y curva. Queremos ver el pico en el gráfico de los contagios diarios, para luego ver cómo la curva de casos positivos, se aplana. Hablamos de tumbar la curva como hace dos meses hablábamos de lo cara que estaba la gasolina. Y como hace diez años hablábamos de la prima de riesgo, que parece que vuelve.

Sobre el pico de contagios han hablado mucho desde el Gobierno español los últimos días. El jueves fue el director del Centro de Emergencias y Alertas Sanitarias, Fernando Simón, el que auguró que «no puede estar demasiado lejos», y ayer fue el ministro de Sanidad, Salvador Illa, el que señaló que «nos vamos aproximando al punto máximo de incidencia».

En términos de las leyes de la física, la afirmación del ministro es incontestable: si sabemos que algo va a ocurrir, pero todavía no ha ocurrido, parece obvio que nos estamos acercando al momento en que efectivamente ocurra. Pero que el optimismo que trata de trasladar el Gobierno español se traslade a la realidad es algo que todavía está por ver. De momento, el gráfico que acompaña a este texto son una invitación a la cautela. Las líneas dibujan la evolución del número de fallecidos por millón de habitantes desde el día en que se registró el primer deceso. Las líneas de Euskal Herria y el Estado español son más cortas porque aquí llegó más tarde el virus, pero se puede observar cómo la cifra de fallecidos crece, proporcionalmente, más rápido que en Italia –sobre la dramática situación en el país, pueden leer a Txisko Fernández, en las páginas siguientes–.

Estas cifras, por si solas, no demuestran nada; de hecho, el estado de alarma se decretó en el Estado español con mayor premura que en Italia, lo cual podría hacer que la curva no se elevase tanto. Sin embargo, observar la velocidad a la que crece la cifra de fallecidos debería servir para poner en cuarentena el optimismo desbocado.

El propio Illa asumió, de hecho, que «vienen días complicados». Porque hay que tener en cuenta, además, que una cosa es el pico de contagios, y otra el pico de fallecidos y de hospitalizados, que llegará entre una y dos semanas más tarde.

A favor de la cautela no solo hablan los datos referidos, o el pequeño epidemiólogo que llevamos dentro, sino también la voz de algunos profesionales de verdad. Oriol Mitjà es un infectólogo catalán que asesora a la Organización Mundial de la Salud (OMS). El miércoles habló en la BBC acerca de un ensayo clínico que ha realizado su equipo sobre un tratamiento de protección frente al coronavirus, pero en Catalunya, ayer se tuvo que dedicar a defenderse de quienes le acusan de criticar la actuación del Gobierno español por motivos políticos. Lo hizo en un artículo en “El Periódico”, en el que subrayó que «los modelos matemáticos hace semanas que alertan de un escenario terrible que requiere de medidas muy drásticas». Mitjà, que fue uno de los pocos que defendió sin fisuras la suspensión del Mobile World Congress de Barcelona en febrero, añadió que «es indispensable decretar un confinamiento total para frenar la propagación del coronavirus».

Mitjà, que lleva días reclamado la dimisión del equipo del Gobierno español que gestiona la crisis, dejó además dos perlas que conviene tener en cuenta en estos días en el que se exigen fidelidades inquebrantables. «Un sano proceso en la toma de decisión alienta y acepta las discrepancias», escribió. «La unidad en estrategia nos hace fuertes, pero la unidad en opinión nos hace inútiles», añadió.

Mientras en Euskal Herria

Las cifras de ayer en Euskal Herria fueron las más graves registradas hasta ahora. Fallecieron 23 personas, entre ellas una en Zuberoa, en lo que supone el primer caso de deceso en Ipar Euskal Herria. Los positivos se enfilaron hasta los 2.067 casos, algo que en parte es comprensible, dado que ahora se están realizando más test –el jueves se hicieron 717 en la CAV–.

Pero no hay lugar para demasiadas alegrías, dado que las hospitalizaciones, que nada tienen que ver con el número de test realizados, se dispararon ayer hasta las 745. Solo en Nafarroa, se pasó de 132 a 195 ingresados en una sola jornada. Y las UCI siguen llenándose: si el jueves eran 55 las personas que estaban en Cuidados Intensivos, ayer ya eran 74. Un 35% más.

Con estas cifras, a Oriol Mitjà difícilmente le cuadrarían los esfuerzos realizados por mantener en marcha los puestos de trabajo presenciales, en especial en lo que se refiere a la industria. De lo de Ipar Euskal Herria, con el mercado de Donibane Lohizune a pleno pulmón y la llegada masiva de parisinos, mejor ni le preguntamos –lean a Maite Ubiria en NAIZ–.

Y es que las demandas de un confinamiento total, así como el endurecimiento de algunas medidas del decreto de estado de alarma del Ejecutivo español –por ejemplo, desde ayer los talleres de vehículos solo pueden atender a transportistas, sin abrir al público general–, no acaban de casar con la reapertura impuesta por el Departamento de Trabajo en plantas como las de Tubacex y Sidenor, donde los trabajadores habían denunciado la imposibilidad de cumplir con las normas de prevención si las plantas producen de forma ordinaria.

Habrá tiempo de ver hacia dónde evolucionan las cosas. Estamos en territorio desconocido, y los ERTE siguen cayendo en cascada en toda Hego Euskal Herria. Pero la curva que manda ahora no es la económica, que va para abajo, sino la sanitaria, que sigue creciendo. Si la evolución se mantiene, no es descabellado pensar que Madrid endurecerá los términos del estado de alarma, afectando a los puestos de trabajo presenciales. Una de las razones para no hacerlo hace una semana, según explicó ayer en “La Vanguardia” Enric Juliana –un sincero admirador de Sabin Etxea–, fue que el PNV pidió a Madrid que la industria pudiese seguir en marcha.