Iñaki IRIONDO

50 cm de geometría variable para sumar a 155

Los 50 centímetros que Ciudadanos ha restado a la distancia de seguridad pueden obligar al Gobierno de Lakua a modificar sus límites, que están fijados en 2 metros, puesto que es una medida «de aplicación en todo el territorio nacional». Parecen 50 centímetros menos de autogobierno.

El portavoz suplente de Ciudadanos, Edmundo Bal, anunció ayer el apoyo de su grupo al decreto de «nueva normalidad», al haber logrado que la distancia de seguridad pase de «entre 1,5 y 2 metros» a «1,5 metros». De esta forma, Cs vuelve a presentarse como un apoyo sustancial del Gobierno de PSOE y Unidas Podemos.

Son 50 centímetros de «geometría política variable» muy significativos. En primer lugar, no se entiende que el primer borrador de un decreto de base sanitaria se fije una distancia variable de «entre 1,5 y 2 metros». O lo uno o lo otro. Porque con esa redacción quien quiera siempre podrá acogerse a la mínima y no se entiende para qué sirve la máxima, salvo que fuera para que determinadas comunidades autónomas se agarraran a ella para fijar su propia normativa en los 2 metros.

A la espera de cómo quede en el futuro el texto tras su paso por el Congreso de los Diputados, de momento cabría pensar que tras la negociación del Gobierno de Pedro Sánchez con Ciudadanos el Ejecutivo de Lakua ha perdido 50 centímetros de autogobierno. Porque si la distancia «de aplicación en todo el territorio nacional» es de 1,5 metros para el uso (y multa) de mascarillas, separación en los puestos de trabajo, en el transporte colectivo, en los centros educativos, en bares, restaurantes, hoteles, centros culturales y de espectáculos, el Gabinete de Urkullu deberá corregir la normativa de los 2 metros que está aplicando en estos momentos.

Antes de conocerse ayer el pacto con Ciudadanos, el PNV anunció oficialmente la noche del lunes su apoyo al decreto puesto que había llegado a su propio acuerdo con el Ejecutivo de Sánchez, que conseguía «salvaguardar el autogobierno vasco y despejar las dudas en cuanto a una posible recentralización o invasión competencial».

El real decreto aprobado ayer por el Consejo de Ministros debe ser refrendado por el Congreso de los Diputados antes de que pasen treinta días. PSOE y Unidas Podemos suman 155 escaños. Con los 10 de Ciudadanos y los 6 del PNV, son ya 171 los votos favorables. No cabe pensar que haya más en contra, así que su convalidación parece asegurada. Puede pedirse que luego se tramite como proyecto de ley, al que poder presentar enmiendas. Pero eso será dentro de meses y quizá ya no sea momento de debatir sobre 50 centímetros arriba o abajo.

El PNV aseguró el lunes que «gracias al pacto logrado, se apuntan líneas de colaboración respetuosas con el autogobierno vasco y las competencias de las comunidades autónomas para el supuesto de una nueva situación de emergencia epidemiológica». Ojalá sea realmente así. Porque el Gobierno de Pedro Sánchez ya ha demostrado que no le tiembla el pulso para aplicar su propia versión del 155 –como dijo Josu Erkoreka– o para prohibir a tanto vizcaino poder desplazarse a Castro ahora o a Bastida hace una semana, por mucho que el lehendakari clamara por la movilidad.

El covid 19 ha demostrado lo frágil que es la vida humana y el Estado de las Autonomías.