Ramón SOLA
DURANGO
Entrevista
MIREN GORROTXATEGI
CANDIDATA A LEHENDAKARI POR ELKARREKIN PODEMOS-IU

«Acentuando lo identitario, ni llegamos al nuevo estatus ni lo social se atiende»

Salta a primera línea de la política vasca tras derrotar en las primarias a Rosa Martínez y cogiendo el testigo a Pili Zabala, pero en Madrid tiene trayectoria en Congreso y Senado. Una cara nueva con una idea-fuerza nueva: un tripartito de izquierdas.

Está repitiendo machaconamente la idea en campaña y lleva su sello personal, pero, sinceramente, ¿cuánto hay de realidad y cuánto de deseo en ese tripartito progresista si el PSE ya ha dicho que no?

El PSOE también dejó claro que Pablo Iglesias no sería vicepresidente; Pedro Sánchez dijo que no dormiría tranquilo, hizo campaña mirando a Ciudadanos y al PP... Entonces tal vez era su deseo, pero luego no le dieron los escaños, nosotros no terminamos de hundirnos y la realidad acabó imponiéndose. ¿Deseo? Claro que hay un deseo, el de que la situación política al fin se normalice y se imponga el eje derecha-izquierda. ¿Realidad? Es difícil, muy difícil, pero es posible y por tanto puede convertirse en efectivo.

¿Qué lastre supone para este discurso el apoyo de EP a los presupuestos de Urkullu? ¿No mina su credibilidad?

Yo creo que no. Hubiera sido más eficaz e ilusionante haber conseguido en ese pacto mover al PNV de la negativa a tocar la cuestión fiscal. Pero en ese instante Elkarrekin Podemos pensó que podía mejorar esos presupuestos y así actuó.

Lo dice casi como si hubiera sido una cuestión ajena... ¿no asume como propio ese postulado de su partido?

En ese momento yo no formaba parte ni del grupo parlamentario ni de la dirección del partido.

¿En qué cambian el mensaje y la campaña de EP-IU con Rosa Martínez, la candidata propuesta oficialmente, al frente o con Miren Gorrotxategi?

No lo sé porque Rosa Martínez no ha llegado a hacer campaña, no puedo decirlo. Pero creo que en cualquier partido político el proyecto va mucho más allá de las personas, que somos totalmente circunstanciales, y más aún en Podemos. Con las personas solo varía la forma de representar los proyectos.

Hablemos de la pandemia. Parece que con el drama humano que conlleva no hay mucho margen para la crítica política, pero ¿qué se podía y debía haber hecho mejor aquí?

Muchísimas cosas. Para empezar la propia gestión sanitaria, donde hay elementos que cantan, como cuando se decide prescindir del consejo asesor de expertos –se les convoca un solo día y apenas se les hace caso– y se les sustituye por un órgano técnico-político. El informe de ese órgano para justificar que se podía hacer esta convocatoria electoral está firmada por cuatro personas, dos de las cuales son veterinarios. La cuestión no se ha tomado, desde el punto de vista sanitario, todo lo seriamente que debía haber sido. Lo científico tenía que haber sido lo principal, pero ha primado el criterio político y eso nos lleva a los intereses partidistas. También ha dejado bastante que desear la transparencia. Y otro tanto ocurre con la participación del resto de agentes.

En el escenario post, la crisis que se agudiza, vemos iniciativas estatales como el ERTE o el Ingreso Mínimo Vital, pero ¿qué plantean hacer desde el Gobierno de Lakua?

Recursos económicos, siempre recursos. Gobernar es redistribuir los recursos, convertirlos en políticas para transformar la sociedad. Desde luego, el Gobierno Vasco tendría que luchar porque se flexibilizara el techo de gasto: 4.000 millones de euros de endeudamiento permitirían paliar la caída de la recaudación, que puede ser de unos 3.000 millones, y los otros 1.000 servirían para fomentar el empleo público y, con ello, dinamizar la economía. El gasto público es el único elemento posible del PIB para ponerse en marcha. Hay que reactivar la economía y, al mismo tiempo, lograr que nadie quede atrás. Y luego, en este país algún día, algún día, habrá que hacer una reforma fiscal para que las rentas del capital tributen como deben y las grandes fortunas se solidaricen con las necesidades sociales como deben.

Cuando salen estos temas dice Iñigo Urkullu que eso ya lo hacen ellos y que no hay derechas ni izquierdas...

Sin embargo, él mismo ha corrido a decir que nadie es más de izquierdas que el PNV en política social. Yo digo que, desde luego, eso no es verdad cuando está rebajando el Impuesto de Sociedades del 28% al 24% para pactar con el PP, y tantas otras cosas. Pero digo también que cuando Urkullu se reivindica de izquierdas, algún contenido le está dando a ese término...

Es experta en Derecho Medioambiental, ¿cómo cree que debe acabar la catástrofe de Zaldibar, en el plano jurídico y en el político?

Bueno, no soy experta, aunque me formé en su día en ello, luego tiré más por los derechos humanos. Así que mejor hablaré desde lo político, en lo judicial no puedo entrar. Zaldibar es un desastre, pero en realidad no es nada nuevo porque el debate tiene que ver con la gestión de los residuos, con que hay otras maneras de gestionarlos que no sean las de incinerar o depositar en vertedero, que son las propias del PNV. También existía antes de Zaldibar la privatización de la gestión de los residuos; si tú eso lo dejas en manos de empresas que buscan el máximo beneficio, estás añadiendo una variable de riesgo que no es conveniente. Ese servicio debería ser público por la importancia que tiene en términos de sanidad y de riesgo. Y luego se suma la falta de control de la Administración, con la que acaba pasando lo que pasa.

El nuevo estatus se va dejando siempre para la siguiente legislatura. Pero vemos en Catalunya, por ejemplo, una mesa con el Estado en la que estará el derecho a decidir, ¿por qué aquí no? ¿Apoyarían algo así?

Lo de Catalunya puede funcionar, claro que sí, pero todo es una cuestión de ambiente político. En Euskadi, creo que lo que pasa es que a pesar del tiempo transcurrido aún no tenemos un acuerdo, no somos capaces de hablar de esta cuestión sin dramatizar y sin exagerar. Creo también que una experiencia conjunta de Gobierno entre PSOE, EH Bildu y EP, acercando posturas y equilibrando reticencias, nos ayudaría muchísimo también a avanzar en esa cuestión que ahora está enquistada y parece inamovible. Y creo que si pusiéramos el acento en la cuestión social, lo otro vendría más fácil: es un error poner el acento en lo identitario, porque entonces ni esto se resuelve ni lo social se atiende.

¿Qué pensó al escuchar a Pablo Echenique que investigar los GAL no era oportuno en este momento?

Entendí la perspectiva desde la que hablaba, pero pensé que había cometido un error, que se había confundido en la forma y el contenido. Echenique estaba viendo, desde su contexto político y mental, que justo en este momento se ponía esa cuestión sobre el tablero para condicionar la Comisión de Reconstrucción y las elecciones vascas. Pero se equivocó y así se lo hice saber, lógicamente.

¿Qué peso tiene la cuestión de los presos y sus familias en las preocupaciones de EP-IU? Les vemos en las declaraciones institucionales, pero no, o no tanto, en las movilizaciones...

No es verdad, en las movilizaciones también estamos, siempre hemos acompañado a las concentraciones de Sare o de Etxerat... Nuestra posición ahí es clarísima: derechos fundamentales, derechos humanos a nivel universal. Esas personas tienen derecho a cumplir su condena en el lugar más cercano y sus familias también. Y si hubiera una cárcel en cada pueblo, cada uno tendría que estar en su pueblo.

Acabamos mirando al domingo. Venimos de una legislatura en la que ha habido pulsiones de izquierda evidentes: la movilización feminista, pensionistas, Altsasu... han sido arrolladoras. ¿Por qué luego eso no suele tener traslación electoral? ¿O por qué de ahí también salen votos al PNV?

El PNV es una gran máquina propagandística. Y en esta era, quien tiene la capacidad de extender más su mensaje tiene un gran camino recorrido. Esa paradoja nos la planteamos todos: si somos tantos los que pensamos que el PNV no está actuando bien y nos sentimos motivados a movilizarnos por la justicia social o la igualdad, ¿por qué luego tiene ese apoyo? Creo que, en parte, no hemos llegado a comprender que la gestión del PNV tiene mucha responsabilidad en que las cosas sean como son.