Raimundo Fitero
DE REOJO

Para atrás

La canción del verano de este año duplicado y bisiesto va a ser, «un pasito p’alante, María; un pasito p’atrás». Las cuentas no salen. Dicen los que miden las temperaturas que vamos a tener un mes más con temperaturas veraniegas. ¿Lo puede celebrar alguien? Parece que el miedo guarda la viña. La cartera, los viajes y las vacaciones se convierten en un remedo, en una circunstancia no reglada, como cuando hace cincuenta años el objetivo máximo de las clases trabajadoras era ir a pasar unos días a la casa del pueblo. Estamos ante un verano trampa.

Se notan las filigranas estadísticas, el lenguaje críptico y cifrado que se pasan desde los centros sanitarios a los voceros políticos, las previsiones han sido todas desbordadas, con el calor canicular en números extraordinarios, los contagios se multiplican de manera asombrosa, por lo que la hipótesis de la covid-19 y su tendencia a desarrollarse en climas fríos se ha destrozado por los hechos, o lo que es peor, simplemente es verdad y vamos directos a una nueva hecatombe a partir del otoño. Ahora vamos hacía atrás, porque no nos hemos creído nada de lo que tenemos que hacer para defendernos de la contaminación masiva.

Las prisas de los descerebrados economistas por volver a la actividad nos van a llevar a la ruina absoluta y a la depresión comunitaria. La falsa dicotomía entre morir de hambre o por el coronavirus debería ser atendida en los juzgados de guardia porque lo que hay que hacer es garantizar la vida y la supervivencia sin necesidad de correr riesgos innecesarios. Vamos para atrás, ahora hay que calcular cuánto para atrás vamos a ir y si es para tomar impulso o para quedarse ahí, en esas fases de prevención socializada, sabiendo toda la ciudadanía que de su actitud depende su salud y la de la colectividad. Los gobiernos saben poco y contestan menos.