Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Sin olvido»

Dos en la carretera de la memoria histórica

Llega un punto en que ya no queda espacio ni para la venganza ni para el perdón, por lo que el eslovako Martin Sulík se pregunta en “Tlmocnik” (2018) sobre cuáles son las conclusiones a extraer de la experiencia de la memoria histórica, y seguramente la principal es la de que no se debe caer en el olvido si se quiere aprender de los errores del pasado para no volver a repetirlos. En ese sentido ocurre que sigue habiendo conflictos armadas en la vieja Europa, sin que las nuevas generaciones parezcan querer recordar el verdadero origen del problema. No se trata por tanto de que los descendientes carguen con las culpas de sus padres, sino de que vayan asumiendo que forman parte de un proceso colectivo pendiente de resolución, y del que harían mal en desentenderse como si ya no fuera con ellos y con sus vidas futuras.

Para que el espectador capte y entienda mejor esas ideas, Sulík utiliza un lenguaje fílmico universal, que combina los géneros importados de la “road movie” y la “buddy movie”, al trasladar todo el protagonismo a una pareja en la carretera. Esto en la teoría, porque a la hora de la verdad la película obtiene sus premios a nivel local, exactamente siete SFTA de la Academia de cine eslovaka, y aunque fue seleccionada por su país por el Óscar no tuvo mayor recorrido. Sinceramente pienso que lo que ha ayudado a su difusión internacional bajo el título anglosajón de “The Interpreter” es la presencia del actor austriaco Peter Simonischek, consagrado tardíamente gracias a la película de Maren Ade “Toni Erdmann” (2016), y no tanto la del maestro checo Jiri Menzel, solo al alcance de la cinefilia más veterana.

La elección actoral es el mayor activo con el que cuenta Sulík, ya que el austriaco y el checo van más allá de sus roles antagónicos de hijo de nazi e hijo de judío, representando caracteres opuestos con trayectorías vitales bien alejadas la una de la otra, aunque destinadas a encontrarse en el camino.