Aritz INTXUSTA
AZKOIEN

Nafarroa aplicará un confinamiento perimetral a Azkoien desde mañana

Las no fiestas de Azkoien han provocado un aluvión de casos en pocos días, que ha motivado que se aísle a la localidad hasta que la situación epidemiológica mejore. Nafarroa sube el listón en cuanto a firmeza de medidas pues, hasta ahora, no ha sabido contener al virus.

Los dos últimos fines de semana hubo más de 130 positivos en Azkoien y, el lunes, otros 37, según detalló ayer a GARA el alcalde de la localidad, Juan Carlos Castillo. Semejante número de contagios es inasumible para una localidad de menos de 6.000 personas. Y todavía no ha llegado lo peor. Hasta el momento, los positivos son muy jóvenes, pero una parte de ellos habrá contagiado a sus padres y a otros vecinos más vulnerables al covid. Será esta segunda tanda de infectados la que sufra de verdad. La pesadilla en Azkoien no ha hecho sino empezar.

Tras discutirlo en el Ayuntamiento, el acalde tocó la puerta de María Chivite. Fueron bastantes horas ayer reunidos con los epidemiólogos y discutiendo opciones. Decidieron cerrar el pueblo desde esta próxima medianoche. A partir de entonces, los vecinos tendrán que quedarse en el municipio a no ser que tengan un permiso para el trabajo, urgencias sanitarias o por cuidado de dependientes.

El primer confinamiento perimetral en Euskal Herria, con policía vigilando entradas y salidas, llega en un momento muy difícil en Nafarroa. La situación epidémica es muy delicada y la deriva de la última semana, terrible. Cada día se hacen más PCR, por lo que la imagen que se tiene de lo que sucede cada vez es más precisa. Y lo que están retratando estas pruebas es que el virus está en todas partes y, si hay un descuido, los contagios se disparan, como en Azkoien.

«Las fiestas patronales abarcan dos fines de semana y los dos repuntes que hemos tenido han sido siete días después de cada fin de semana, que es lo que los casos tardan en salir. No se sabe a ciencia cierta, pero si usamos criterios objetivos y atendemos a la edad de los contagiados, todo apunta que hay relación», sostiene Castillo.

El aislamiento de Azkoien está fijado para siete días, pero se prorrogará automáticamente hasta que la situación mejore. Va a ser duro de llevar. «Creo que la gente no lo entenderá. Nunca se han entendido bien muchas medidas. Todo el mundo se fija más en el vecino que lo que se esmera en cumplir él. Ha llegado la hora de que nos dejemos de reproches. Tenemos que centrarnos en las recomendaciones que nos dan, que son las que nos ayudarán a evitar contagiar y contagiarnos. Invertimos demasiado tiempo en mirar a los demás».

Un paso un poco más firme

El nivel de firmeza en la intervención en Azkoien se eleva con respecto a los últimos precedentes, como pueden ser Leitza, donde se cribó con PCR a toda la población, o las pruebas masivas de Mendillorri. Nafarroa se está viendo forzada a actuar así, pues todas las medidas que se han ido implantando están rebasadas por el virus.

La vida dentro de Azkoien los próximos días no será muy distinta que en el resto del territorio. Los aforos de los bares caen algo más (hasta el 50%) y se cierran parques y espacios públicos. Sin embargo, las reuniones en la calle siguen limitadas a seis personas, como ocurre en el resto de un herrialde que está inmerso desde hace 11 días en un periodo de restricción excepcional que iba a ser para solo 15.

La escuela de Azkoien permanecerá abierta, aunque no al completo. En los últimos días, se había informado del aislamiento de 20 niños de 5º curso y de otros 18 de 1º de Primaria.

En medio de todo, está la residencia de ancianos, que cuenta con unos sesenta usuarios y donde el virus no ha entrado nunca, ni siquiera en la primera ola. Margarita Martínez, su directora, había sido rígida con las visitas. «En la desescalada dejábamos a los familiares entrar al jardín, pero desde que supimos que había casos en el pueblo, volvimos a cerrar». Por eso, desde mucho antes de las no fiestas, los residentes solo ven a sus seres queridos desde la terraza.

Entre los contagiados de estos días han aparecido dos de las cuidadoras de la residencia. Por suerte, estaban de vacaciones.