Raimundo Fitero
DE REOJO

Las ratas

A la rata Magawa le han dado una medalla al mérito al trabajo por su eficacia detectando bombas. Ha detectado treinta y nueve minas antipersonas y veintiocho artefactos explosivos. Está destinada en Camboya y el premio se lo ha dado una entidad benéfica británica textualmente por «su devoción al deber que salva vidas, en la localización y retirada de minas terrestres mortales». Esta rata de la especie Cricetomys gambianus forma parte de las denominadas HeroRAT (rata heroica), ratas adiestrada por la organización no gubernamental con sede en Bélgica Apopo (Anti-Personnel Landmines Removal Product Development), especializada en esta actividad humanitaria desde 1990 y con base de entrenamientos en Tanzania.

Es decir, las ratas a las que tememos, perseguimos, exterminamos por ser transmisoras de enfermedades, también sirven para experimentos en laboratorios donde prueban antes que los humanos medicamentos, vacunas y otras expresiones de la farmacología agresiva. Pero ahora Magawa y sus colegas, tras un largo entrenamiento, se convierten en escudos roedores para salvar a personas y patrimonios. Que sepa distinguir lo que es una mina antipersonal debe ser un ejercicio arduo y me imagino que serán cientos de colegas las que han muerto destripadas en sus entrenamientos.

Sería oportuno volver a repasar nuestra relación ética con ciertos animales, su uso, en este caso explotadas, perdón, pero que ayudan a salvar vidas. Excepto el ratoncito Pérez y algunos sagutxos, las ratas son el símbolo del mal, de la peste. Pero a partir de hoy tendremos que cambiar nuestra percepción y sería una mal acción llamar ratas a ciertos periodistas o políticos. Costará cambiar la idea, la noción, y que llamar rata a alguien sea un halago, pero pensemos en Magawa y su medalla.