Raimundo Fitero
DE REOJO

El millón

Algunos soñaban con ser el turista un millón que llegaba a Benidorm, por ejemplo, pero la realidad que nos va atropellando nos informa de que ya no podremos ser siquiera el muerto un millón por la Covid-19. Con esas sospechosas estadísticas, locales, estatales, europeas y globales, se nos dice que hemos superado ya el millón de muertos. ¿Hacia qué récord viajamos? Los muertos provocados por la urgencia de esta pandemia que hace olvidarse a los otros enfermos crónicos, a retrasar intervenciones, analíticas y búsquedas de tumores, ¿en qué parte de la estadística los colocamos?

Agobio. ¿Cuántos arabarras viven en Miranda de Ebro? ¿Cuántos mirandeses trabajan en Gasteiz y alrededores? Lo de Madrid es un escándalo y todo se juega con el ábaco electoral, lo que hace que la desafección de la ciudadanía pueda alimentar la barbarie fascista de ese PP perdido en la nadería de unos dirigentes indocumentados, ideologizado de mala manera y de su sucursal a la derecha, Vox, que se está frotando las manos.

Por eso, a los que vimos la televisión en blanco y negro algunas noticias nos dejan al borde del ataque de ciática emocional. La quiebra de la empresa francesa Duralex es como un avance del fin del mundo. En casi todas las casas había y todavía hay, alguna parte de la vajilla fabricada con esos vidrios y cerámicas irrompibles, lo que de entrada parecía un malísimo negocio, ya que, si te regalaba una caja de ahorros un juego, o ibas adquiriendo piezas, vasos, tazas, con los cupones de las compras diarias, tenías para toda la vida.

Pues lo irrompible ha quebrado. Oxímoron o paradoja, pero que no ayuda a entender esta incertidumbre, lo mismo que saber que se han detectado en Vietnam, centenares de miles de condones usados dispuestos a ponerse de nuevo a la venta. Se supone que lavados.