Gloria Rekarte
Expresa
AZKEN PUNTUA

De la cripta a la catedral

La Hermandad de los Caballeros Voluntarios de la Cruz nació para mantener vivo, «con agresividad castrense», el espíritu de la cruzada de 1936, que corría peligro de desaparecer o «dormir como perfume antiguo encerrado en herméticas redomas». Lo franquista, ya ven, no quita lo poético. Con ese espíritu se la pasan, desde tiempos que ya debieran ser pretéritos, celebrando misas en el espacio privado que el arzobispado mantiene dentro de un inmueble municipal: la cripta del Monumento a los Caídos. Allí, con su conocimiento y consentimiento, el 19 de cada mes reciben cumplido homenaje Mola, Sanjurjo, falangistas, requetés y otras bestias pardas del 36.

Pero quizá una cripta se parezca mucho a una hermética redoma. Quizá por eso el arzobispo de Pamplona ha decidido ofrecerles la catedral. Así el franquismo puede celebrarse a sí mismo con la pompa debida y perfume renovado. Que se trata de una asociación cristiana, católica y con connotaciones especiales, dice. Y dice bien. Tiene las connotaciones especiales del nacionalcatolicismo franquista. La exaltación del golpismo, la glorificación de sus crímenes y la defensa, en nombre de Dios, de la persecución, humillación y ejecución de miles de navarras y navarros.

No sé qué asusta más, si una iglesia que da cabida al franquismo, o una democracia que lo deja correr.