Koldo Campos
Escritor
AZKEN PUNTUA

Tiza en el bolsillo

Porque ninguna herida es más honda que la que mata a un niño, porque ninguna sangra más que su sonrisa rota... no le soltéis la mano, no le tapéis la boca.

Dejad que os acompañe, que vaya a vuestro lado, que se sienta a la mesa a recontar escobas y barajar triunfos, que se vaya de rumba en bicicleta, que se suba y se baje del urbano, que juegue al escondite por el parque, que se quede dormido en el columpio, que despierte sesenta años más tarde y siga siendo el niño al que lleva de la mano.

Dejad que llore, que ría y que pregunte, aunque no haya respuestas, que pregunte, que aprenda que dudar no es un delito, que a cierta edad no hay vida de la que arrepentirse ni arrepentimiento que pueda costar la vida, que la soledad está muy concurrida, que respirar no requiere licencia ni tampoco la vida depende de un permiso.

Y porque nada se puede llegar a añorar tanto como el sueño de un ángel caído abrazado a tu pecho, y nada es más urgente o importante que mecer una cuna... no le perdáis el rastro, no le carguéis la culpa.

Dejad que siga siendo el niño que llevas de la mano, del corazón a la memoria, y que aprendió que en la vida hay tres cosas sin las cuales la existencia sería un desatino: no tener un sueño en las nubes, carecer de un abrazo a la sombra y, sobre todo, andar sin tiza en el bolsillo.

(Preso politikoak aske)