Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

Comerse la vida...

Cómete la vida a bocados, porque no hay más, es plato único», se lo escuché a un viejo anarquista hace años. Entonces, como era joven, me pareció una filosofía de vida y de lucha a tener en cuenta, hoy, quisiera tomarlo como ayuda para encarar este tiempo tan aciago. Todavía recuerdo lo barata que se nos vendió la vuelta a la «nueva normalidad». Con las elecciones a un paso, Urkullu prometió que de haber rebrotes, su Gobierno los afrontaría mejor y con más recursos. Pues no. Hace poco, en una entrevista, se le escapó algo muy esclarecedor, dijo: «En julio había treinta rastreadores y ahora cuatrocientos». Si cuando no existían muchos contagios se hubiera contado con los cuatrocientos que han contratado en octubre, no se hubiera llegado al punto en el que estamos ahora. Y no lo digo yo por escribir algo, lo dicen expertos como el exconsejero Rafael Bengoa: «La infraestructura de control de brotes se nos fue de las manos. Un buen sistema de rastreo es de las mejores inversiones económicas. Y no la teníamos. La segunda ola era previsible y nos hemos dejado pillar». Después de esto y de entregar los Fondos Europeos a las grandes empresas, no sé, señores y señoras del Gobierno, como tienen el cinismo de trasladar la responsabilidad de los contagios a una sociedad sometida a la incertidumbre del paro. Ustedes si que se comen la vida a bocados, sí... ¡la de los trabajadores!