M.I.
MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS

En la inmigración también hay clases

Una película que ya teníamos olvidada, porque pasó por Toronto y Donostia hace tres años, con unas críticas bastante frías. Tanto como el gélido y distante ambiente berlinés que envuelve a este cuarto largometraje de Urszula Antoniak, cineasta polaca afincada en Holanda. Llegaba en un buen momento, acogiéndose a esa vuelta del cine polaco a la estética en blanco y negro de los años 60, pero se ha olvidado del característico formato cuadrado, optando por uno más panorámico para realzar la fotografía urbana de Lennert Hillege, que es lo mejor de esta propuesta que cuando menos intenta ofrecer otra cara del problema de la inmigración, que no suele ser tratada en la pantalla. Nos recuerda que hay inmigrantes de primera y de segunda, porque Michael es un abogado que pasa por alemán, aunque en realidad nació en Polonia. Su trabajo en un bufete de abogados que tramita casos de refugiados, junto con la visita de su padre, le harán cuestionarse sus raíces, sintiéndose desubicado. Todo sucede a un nivel muy interno, sin que afloren al exterior sus verdaderos sentimientos.