No hay escapatoria, parece irremediable hablar del estado de la cuestión de la política española y madrileña en concreto que, queramos o no, va a salpicar a casi todos, aunque en el oasis, de momento, les preocupan otros asuntos menores. Pasado el primer estornudo, parece que va a quedar todo en un resfriado o incluso tiene síntomas de ser una alergia primaveral. Aunque el diagnóstico es cambiante, una vez vistos los síntomas, todos se han abrigado y, como es habitual, no sabemos si el movimiento de Arrimadas es un avance en su camino a la renuncia o una posibilidad de salvación parcial.

Entre todos hemos conseguido que esa anécdota sociópata de Isabel Díaz Ayuso, a partir de ahora IDA, se haya convertido en una referencia de la derecha extrema. Es el trumpismo en estado puro, por lo de copiar hasta los eslóganes, y que nadie piense que va por libre, es un ariete que tienes dos objetivos, salvar Madrid junto a Vox y mandar a estudiar otro máster al aparente jefe de la banda, Pablo Casado, que tiene a un secretario general murciano, el que lanzaba huesos de aceituna, que repite las consignas de IDA con una afición digna de encabezar listas en Vox.

La idea fuerza de campaña es clara y contundente, «socialismo o libertad». Es muy buena. La tenían anotada hace un buen rato. La dijo Trump hace dos años. Y si eso lo dicen desde los grandes depredadores del dinero público, los grandes recortadores de derechos y libertades, y hay un número de votantes que les votan, la cosa se pone bastante fea. Porque equiparan libertad a corrupción y totalitarismo. Lo que hace irremediable rearmarse una vez más, no ceder, enfrentarse a estas mentiras que se disuelven en imágenes prefabricadas y acciones irreversibles. Lo cierto es que el pánico se ha instalado de manera irremediable en todas las formaciones políticas. ¿O no?