Iñaki Lekuona
Profesor
AZKEN PUNTUA

Última frontera

El presidente de la institución vasca de este lado del Bidasoa, Jean-René Etchegaray, ha solicitado que se reabran las fronteras de ambos lados del Pirineo vasco que siguen valladas por decisión administrativa.

Lo cierto es que el cierre no es efectivo en algunas de ellas, porque no hay quien controle el paso y basta con bajarse del coche, apartar las barreras y pasar. Pero la verdad es que la decisión de impermeabilizar la muga es un absurdo. Y todo para evitar, nos cuentan, ataques terroristas, para impedir, sin mucho éxito, el tránsito de sin papeles, y para detener una pandemia que, a la vista está, es imparable.

Y en los pasos abiertos, los disparatados controles policiales no hacen sino herir profundamente la paciencia de una gente que desprecia cada día más esas autoridades administrativas que, al parecer, desconocen que aquí hace tiempo que vivimos sin sentido de confín, que desde no se sabe cuándo no existe raya entre uno y otro lado, y que el Bidasoa y las montañas unen más que separan.

Así lo vivió y lo transmitió Txema Egiguren, multiproyectista revoltoso, guevarista parrandero, constructor e ingeniero de pequeñas utopías infinitas, que esta semana pasada cruzó la única frontera verdadera, ésa última que nadie ha podido ni podrá nunca cerrar. Adiorik ez, komandante olentzero.