Aritz INTXUSTA
CRISIS DEL CORONAVIRUS

ASÍ FUNCIONA LA «IMPRESORA» FUTURISTA QUE LEE CORONAVIRUS

LA EMPRESA PÚBLICA NASERTIC HA COMENZADO A HACER SECUENCIACIÓN MASIVA DE TODAS LAS PRUEBAS POSITIVAS CON CALIDAD SUFICIENTE, CUANDO EL RETO ESTATAL –TODAVÍA LEJANO– SE QUEDA EN EL 10%. CON LA NUEVA EQUIPACIÓN NO SOLO PUEDEN ENCONTRAR CEPAS CONOCIDAS, SINO DESCUBRIR OTRAS NUEVAS Y MONITORIZAR SU EVOLUCIÓN.

«Todo el mundo que pasa por aquí comenta lo mismo, que parece una impresora de oficina», indica Gonzalo R. Ordóñez, director de Medicina Especializada y Laboratorios de Nasertic, cuando abre la puerta de cristal. La Novaseq 6000 que preside la salita sería, en todo caso, una impresora de un millón de euros. Y obviamente cuesta eso no porque imprima nada –bueno, sí que lo hace, pero como paso intermedio– sino porque puede secuenciar genomas completos de cualquier ser vivo.

Al enterarse de que GARA pidió visitar la máquina, acudió el consejero de Innovación, Juan Cruz Cigudosa. Se diría que es el que más contento está con el aparato. Cigudosa es un genetista de renombre que María Chivite se trajo de Madrid como gran fichaje. Básicamente, volvió a su tierra con ganas de hacer de Nafarroa un referente en esta tecnología, la base de la medicina personalizada. Enseguida se pone a explicar qué es lo que indica la pantalla táctil del aparato. Lo primero que destaca en la columna de la izquierda es que aparece, una y otra vez, el código «B.1.1.7». Se trata del nombre técnico de la variante británica, que se ha comido a casi todas las demás.

Cigudosa concreta que, en todo el Estado, hay cuatro máquinas como esta: dos en Madrid, otra en Barcelona y la cuarta en Extremadura (que se usa para animales). Lo que hace es decodificar ADN y está pensada para personas, lo cual –como se verá– supone una ventaja a la hora de secuenciar coronavirus.

La Novaseq lee el material genético y lo transcribe como una cadena con cuatro letras (a, c, g y t) que se corresponden con las iniciales de las bases nitrogenadas del ADN (en el caso del ARN, que es el material genético que poseen los coronavirus, en lugar de una «t», hay una «u», pues cambia la timina por la uridina, pero esto técnicamente tiene una solución fácil).

40 horas para procesar

Más allá de la uridina, en lo que se distingue el genoma humano del del SARS-Cov-2 es en su extensión. El virus tiene una cadena de 30.000 letras y el genoma humano consta de 3.300 millones de letras. «El genoma humano es 100.000 veces más largo», explica el consejero. Por eso este aparato que parece una fotocopiadora futurista (propiedad de la empresa pública Nasertic) tiene potencia sobrada para rastrear todas las cepas que circulan por Nafarroa. De hecho, con la actual incidencia, daría abasto para todo Hegoalde y toda la zona norte del Estado.

Carmen Ezpeleta, la jefa de la sección de Microbiología, también ha venido a explicar cómo funciona la Novaseq. Y es una suerte, porque todo arranca en su laboratorio, que es donde se procesan las pruebas PCR que se practican en Nafarroa.

Las muestras positivas con presencia de virus suficiente (el virus aparece con menos de 25 ciclos) se vierten todas juntas en grupos de 385 en una probeta del tamaño de un dedal, debidamente identificadas a nivel microscópico. Caben en un mililitro de muestra, que viene a ser la quinta parte de un txupito.

Ordóñez, para proseguir con la explicación, enseña algo que podría parecerse a un negativo fotográfico y que tiene un solo uso. La pieza tiene un film que, según cuenta, está compuesto por miles de millones de diminutas celdas.

Para procesar el mililitro de muestras biológicas de pacientes que han dado positivo, la máquina imprime miles de millones de esas celdillas con distintos colores. Posteriormente, mediante lectura láser, transcribe los colores en esas cuatro letras que componen la serie de 30.000 que tiene el SARS.

Toda esta operación lleva a la máquina unas 40 horas, detalla Ordóñez. No se trata solo de desentrañar cuántas letras hay, sino que deben de colocarse en el orden preciso de su cadena y, luego, vincularse a cada uno de los pacientes. Es una locura a nivel computacional.

El paso siguiente, ya es más fácil de entender. La máquina compara, en cada caso, si la serie de letras detectada es igual a la del coronavirus original (el de Wuhan) y, de no ser así, qué letras han cambiado y en qué posición. En otras palabras, cuáles son las mutaciones que tiene.

El resultado, como es lógico, permite catalogar al virus dentro de un linaje o identificarse como una de las cepas que más preocupan: la B.1.1.7 británica, la brasileña, etc. La técnica se llama secuenciación «masiva», porque permite conocerlo todo. Y esto incluye detectar cepas desconocidas o ver si las actuales siguen evolucionando hacia alguna parte.

En resumen, con esta máquina, el herrialde se pone en cabeza de la nueva estrategia de monitorización y control del virus, yendo bastante más lejos de lo que demanda el Estado, que aspira a secuenciar solo un 10% de las muestras.

El salto es de gigante. Hasta ahora, la secuenciación había tenido muchas limitaciones. Según reconoció Ezpeleta, Nafarroa había enviado 600 muestras a analizar al Fisabio de Valencia, pero solo les han devuelto resultados de 150. Las demás llevan meses en el limbo.

Con esta nueva tecnología, Nafarroa monitoriza ahora mismo todo, no solo ese 10%. De hecho, han comenzado a hacer rastreos hacia atrás para aprovechar el potencial de la máquina. El herrialde no solo sabe qué circula ahora, sino que está aprendiendo cómo y cuándo surgieron las variantes que generan los contagios, información que se suma a la que recaban los equipos de rastreo.

Nafarroa se ha puesto en contacto con la CAV, La Rioja y Aragón para procesar sus muestras en su empresa pública. Esto podría rebajar los costes del empleo de esta tecnología hasta en un 30%, según estima Ordóñez. Por el momento, los vecinos siguen por su cuenta, a costa de procesar menos y más caro.