Anjel Ordoñez
Periodista
JOPUNTUA

Causalidad

La lengua, como cualquier ser vivo, tiene sus caprichos. Hay muchos ejemplos, pero hoy me fijo en uno: «casualidad» y «causalidad». La casualidad se define en el diccionario como un acontecimiento imprevisto cuya causa se desconoce, que no responde a una necesidad natural ni tampoco a una intervención intencionada. Si nos centramos en el ámbito científico, se considera una casualidad que Alexander Fleming, cuando en 1928 investigaba sustancias antibacterianas que no dañaran los tejidos animales, se fuera de vacaciones dejando en su laboratorio cincuenta placas inoculadas para que creciera una bacteria infecciosa. Cuando regresó, una de sus placas se había contaminado de un hongo que había causado la muerte de las bacterias de su alrededor. Habían nacido, por casualidad, los antibióticos.

La causalidad es todo lo contrario. Este concepto se sitúa en epicentro mismo del método científico y, aun a riesgo de simplificar demasiado, describe la relación entre las causas y los efectos. Según la Ley de Causalidad, la naturaleza de una acción está causada y determinada por la naturaleza de las entidades que actúan; una cosa no puede actuar en contradicción a su propia naturaleza.

La Tierra se formó hace aproximadamente 4.550 millones de años y la vida surgió unos mil millones de años después. Cuenta con una superficie de 501 millones de metros cuadrados –de los cuales casi 150 millones son terrestres– y su perímetro supera los 40.000 kilómetros. No se preocupen si se les atragantan estas cifras, las dimensiones y magnitudes del planeta en el que vivimos superan a cualquiera.

Catorce kilómetros. Esa es la distancia que separa el Instituto de Virología de Wuhan del mercado en el que se detectó por primera vez el SARS-CoV-2, el maldito coronavirus que ha causado la muerte de 3,3 millones de personas en el mundo. ¿Casualidad? ¿Causalidad? No me entiendan mal, nada más lejos de mi intención que avivar el fuego de las teorías de la conspiración relacionadas con las armas biológicas, pero creo sinceramente que el mundo se merece una investigación mucho más minuciosa que la realizada hasta ahora sobre el origen de esta letal pandemia. Por pura prevención.