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Raisi, de oscuro pasado y gran poder, presidirá Irán

El rigorista Ebrahim Raisi, candidato del sector más ultra entre los principalistas de Irán, arrasó en las presidenciales del viernes, con un 62% de los votos, aunque con una abstención récord. Raisi, muy cercano y posible sucesor del guía supremo, Ali Jamenei, ha dirigido la Autoridad Judicial y una fundación con gran poder económico, y se presenta como luchador contra la corrupción y la pobreza, pero le acompaña un oscuro pasado de represión.

La victoria de Seyed Ebrahim Raisi en las presidenciales de Irán con el 61,95%% de los votos supone el retorno a la Jefatura del Gobierno de la línea dura del principalismo chií tras ocho años en los que su predecesor, Hasan Rohani, no ha llegado a plasmar en la política iraní el reformismo que postulaba.

Raisi, de 60 años, culmina por ahora una carrera absolutamente entroncada con la Revolución Islámica de 1979, dotado de un inmenso patrimonio y estrechamente relacionado tanto con el poder religioso como con su brazo militar, la Guardia Revolucionaria, y llega a la Presidencia en un momento clave de las conversaciones para recuperar el acuerdo nuclear y con el país sumido en una profunda crisis.

Raisi está estrechamente vinculado a Jamenei. Ambos provienen de la ciudad de Mashad, en el noroeste de Irán. Fue alumno del Guía Supremo, y uno de sus confidentes.

Aunque usa turbante, Raisi no es un ayatola, es un hoyatoleslam (autoridad en el Islam), un rango inferior en el clero chií. 

A cargo del poder judicial durante más de dos décadas, su carrera comenzó como fiscal general de Karaj, con solo 20 años, antes de trasladarse a Teherán, en 1985, donde fue nombrado fiscal adjunto y luego fiscal jefe. En ese cargo participó en una serie de juicios políticos en 1988 en los que miles de opositores fueron torturados o ejecutados.

El propio Rohani lo recordó en una velada crítica durante la campaña: «El pueblo no se fía de quien lleva ahorcando a gente desde hace 38 años».

En 2016, Jamenei lo llamó para encabezar la poderosa fundación religiosa Astan Quds Razavi, un imperio económico con propiedades inmobiliarias, tierras de cultivo y negocios en la construcción, el turismo y la alimentación, que administra el Santuario del Imán Reza, el octavo sucesor del profeta según el chiísmo, y es un importante lugar de peregrinación que genera miles de millones de euros a través de donaciones y fondos. Raisi estuvo al mando durante tres años, antes de ser nombrado por Jamenei en 2019 al frente de la poderosa Autoridad Judicial. Allí, hizo bandera de la lucha contra la corrupción con numerosos juicios a altos cargos que le permitieron deshacerse de algunos oponentes políticos. La lucha contra la corrupción ha sido también uno de los lemas centrales de su campaña junto a la lucha contra la pobreza. Las fundaciones y las empresas de la Guardia Revolucionaria serán las bases de inversiones en infraestructuras, sin esperar a inversiones extranjeras, sobre todo cuando se mantienen las sanciones que han acabado de hundir la economía.

Raisi no se opone al acuerdo nuclear que se está renegociando actualmente en Viena para intentar acabar con esas sanciones. Aunque las directrices sobre este tema provienen del Guía Supremo, ha afirmado estar a favor de continuarlas, pero no hará de ello una prioridad.

Sobre cuestiones morales, sigue la línea más rigorista de la teocracia iraní.

Muchos ven en él un probable sucesor del guía supremo. De hecho, recientemente fue elegido como vicepresidente de la Asamblea de Expertos, organismo encargado de proponer un nuevo guía supremo en caso de muerte de Jamenei, de 82 años.

Abstención récord y elevado voto nulo

Aunque las autoridades iraníes alargaron cuatro horas más la votación para aumentar una participación que se preveía escasa, finalmente la abstención superó la registrada en todas las elecciones presidenciales celebradas en la República Islámica. De los más de 59 millones de iraníes convocados a las urnas votó el 48,8%. Pero la desilusión y la desconfianza de la población iraní, junto a la falta de alternativas, quedó reflejada también en más de 3,7 millones de votos nulos (14%), más de los que obtuvo cualquiera de los otros tres candidatos al margen de Raisi. Mohsen Rezai recibió 3,4 millones; Abdolnaser Hemati, 2,4; y Amirhosein Qazizadeh Hashemi rozó el millón. Aun así, el líder supremo, Ali Jamenei, elogió la «épica» participación. A su juicio, la voluntad del pueblo de votar no se vio afectada por la pandemia y por los llamamientos a la abstención. «El principal ganador es la nación de Irán que, una vez más, se levantó contra las propagandas de los medios mercenarios de los enemigos», afirmó.GARA