Sergio Vallejo Vadillo
KOLABORAZIOA

Se suavizan las restricciones, pero no puedo pasear con mi madre

Mi madre es una mujer que vive, o mejor dicho «sobrevive» en una residencia. Su situación física no me permitía darle los cuidados que necesitaba y se merecía. Busqué una residencia donde pudiera recibir la atención de la que está necesitada. Tuve que optar por una residencia privada, ya que era la manera más rápida y eficaz; no quería que mi madre engordara la cifra de los que mueren esperando ayudas a la dependencia por parte de las instituciones.

Elegí una en el entorno donde ella nació y vivió, donde tiene sus raíces y familia. Diariamente salíamos a la calle y ella disfrutaba de ese entorno que tan bien conoce, tanto de sus paisajes como de la gente, y del que tan buenos recuerdos y vivencias tiene. Escribo en pasado, porque hace tiempo que solo se nos permite pasear juntos tres días a la semana. ¿Razón, criterio? No hay respuesta lógica.

La afectación emocional que esto está suponiendo para ella es enorme. No entiende, como yo tampoco, que se le niegue el derecho, porque es un derecho, a salir a la calle diariamente como veníamos haciendo. La tristeza que le embarga es muy preocupante. La impotencia y la incomprensión de esta situación me han llevado a llamar a muchas puertas pidiendo se respeten los derechos de mi madre, como es salir diariamente con su hijo a pasear. ¿Es mucho pedir?

Desde la dirección de la residencia, la receptividad para corregir esta situación es nula. Prepotencia, insinuaciones de demandas, invitaciones a que me la lleve. Desde que empecé a mostrar mi desacuerdo con la prohibición de salir todos los días, han dejado de comunicarse conmigo y trasladarme información como al resto de familiares de los residentes. No me estoy quejando porque me han sacado la taza sucia en un bar, estoy denunciando desesperadamente que están privando a mi madre de pisar la calle.

Las órdenes forales y el decreto de salud sobre las medidas de protección frente a la covid-19 en las residencias son claras:

«Las personas residentes podrán realizar salidas diarias, si así lo desean» (BOTHA 9 de julio de 2021).

«El contacto con la familia o personas más próximas es un derecho y una necesidad» (Protocolo del Departamento de Salud en centros residenciales de ámbito sociosanitario, 23 de agosto de 2021). ¿Por qué mi madre no? ¿Porque está en una residencia privada?

Es muy duro oír que se suavizan las restricciones en Euskadi, y ver que a mi madre se le niega la luz del sol y la compañía de su hijo. Lo es para mí y lo es para ella, que es perfectamente consciente de que vive en un régimen penitenciario sin haber cometido ningún delito. Puedo ir a San Mamés con miles de personas, pero no puedo ir a pasear diariamente con ella por las calles del pueblo que le vio crecer.

Este es el relato de un hijo que pide ayuda para poder pasear con su madre a diario.