IRENE TERROBA

Invertir en bienestar

Nos nutre la valoración ajena. Edulcoramos nuestra apariencia con los filtros de las redes sociales. Dejamos que agujas se inserten en nuestra piel. Nos resulta indiferente que se nos vea artificiales: incluso lo mencionamos abiertamente. Invertimos en belleza y despilfarramos en lujos tangibles pero cuando nuestra salud mental se resquebraja, el psicólogo es carísimo. ¿Qué ocurre? Que en una sociedad donde prevalece lo superficial, la salud mental no es prioritaria. Las uñas recién hechas se ven, el coche recién salido del concesionario también, las vacaciones se fotografían. Pero la felicidad se puede fingir. Y creo que en eso nos hemos convertido, en gente que prefiere aparentar estar bien a ser feliz de verdad. Ojalá apostásemos más por el bienestar. El de verdad.