Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Años de sequía»

En el calor del día

Robert Connolly ha tomado como base dramática el original literario de Jane Harper para desarrollar un thriller de corte negro y en el que Eric Bana se mete en la piel de un impasible agente federal que regresa a su pequeña localidad natal para acudir al funeral de un viejo amigo que tras ser señalado como el asesino de su compañera sentimental y a su hijo, se suicidó dejando como único superviviente a su segundo hijo, un bebé. Con estos mimbres, el autor de largometrajes como “Underground: La historia de Julian Assange” dibuja un relato descarnado en el que el protagonista opta por investigar por su cuenta dicho episodio después que los padres del fallecido nieguen en rotundo las acusaciones que pesan sobre su hijo fallecido. En su ruta incierta, el personaje encarnado por Bana se adentra en una escenografía que asume un rol muy importante dentro de la película, un paisaje agreste, seco y pedregoso que antaño acogió campos ricos en cosechas pero que fue sentenciada por una terrible sequía. Todo en “Años de sequía” rezuma calor, polvo y deterioro y ello se traduce en una sensación de desencanto que, en la mejor tradición del cine y la novela negra, deriva hacia los monstruos y secretos que se ocultan en la trastienda de una comunidad. El cineasta se desenvuelve con soltura dentro de estas coordernadas en las que el sol sacude con fuerza sobre un espacio natural de mugre y sangre al que, inevitablemente, también acuden los fantasmas del pasado que acechan al protagonista.

La trama está bien elaborada y capta nuestro interés pero incluye algunos pasajes que Connelly estira de manera innecesaria, lo que lastra en gran medida a su ritmo.

Se trata, en resumen, de un filme policíaco sobrio, entretenido y que cuenta con el refuerzo de unas interpretaciones que se ajustan a unos personajes mimetizados con el crudo paisaje que les rodea.