Raúl CASTILLO y Ana Fran ASTIGARRAGA
LAB Osakidetza
GAURKOA

Las OSI están destruyendo la sanidad pública vasca

El 13 de diciembre de 2010, el Consejo de Administración de Osakidetza creó la primera Organización Sanitaria Integrada de la CAV, precisamente la OSI Bidasoa. Los gestores de la sanidad vasca dijeron que esta nueva forma de organización de la sanidad mejoraría la coordinación entre la atención primaria y la atención especializada. A partir de aquel momento empezaron a surgir estas nuevas organizaciones de servicios. Ya entonces albergábamos serias dudas acerca de este sistema organizativo que no se negoció con los sindicatos. Osakidetza, una vez más, tomaba la vía de la imposición y aplicó esta medida sin negociación de ningún tipo.

Y a partir de ahí, la ruina de Osakidetza. El «hospitalcentrismo» se impuso y la Atención Primaria quedó sola y abandonada. Hemos visto que este sistema de OSI no garantiza realmente las necesidades ni de la ciudadanía, ni de las trabajadoras. En los últimos años, se han organizado cientos de concentraciones frente a los centros de salud y hospitales de toda la CAV, entre esas movilizaciones ha habido numerosas huelgas.

Como le pasa a la ciudadanía, las trabajadoras están también hartas de cargas inaceptables de trabajo, de impedimentos para la conciliación aumentados en verano para las personas que trabajan en Atención Primaria, deudas que Osakidetza no paga, procesos de selección y movilidad interminables, falta de negociación con los y las representantes de la plantilla, el fraude de las categorías médicas y su paralización, etc.

En otras administraciones vascas se ha negociado con los sindicatos, aunque haya sido difícil y complejo. Se han dado pasos hacia adelante, pero en los últimos tiempos la dirección de Osakidetza se ha encerrado en sí misma y ha tomado todas las decisiones por su cuenta, sin contrastarlas con los sindicatos. A día de hoy no hay negociación con los gerentes de Osakidetza, ni en el proceso de consolidación, tan importante para consolidar puestos de trabajo en esta organización y acabar con la alta tasa provisional, ni en el desarrollo profesional, aún sin remunerar, aunque firmado con los sindicatos desde el año pasado, siguen sin culminar los procesos de movilidad y OPE, mientras, en la mesa sectorial, nuestro marco natural de negociación, no presentan ningún contenido.

Y lo que puede ser más preocupante, los sindicatos no prevemos ni un resquicio para iniciar o seguir un proceso de negociación serio y profundo. Debemos tener en cuenta que el acuerdo regulador de las condiciones de trabajo del personal de Osakidetza caducó en el año 2009. Todavía no hemos recuperado los recortes que, con la excusa de la crisis, se aplicaron en el año 2012-13. La plantilla de Osakidetza está envejecida y no hay prevista ninguna medida para hacer frente a tantas y tantas jubilaciones, ni siquiera un plan para rejuvenecer la plantilla. Hoy, lamentablemente, los sindicatos no tenemos opciones para negociar. Los gestores de Osakidetza siguen obstinados, como las y los niños, pero el presente también es tozudo y debemos recordar que muchos de los directivos que salen cesados por la puerta de atrás, como el caso del señor Darpón, caen en la sanidad privada. ¿Por casualidad?

Las consecuencias de todos estos problemas son el deterioro de los servicios sanitarios, y lo que esto supone, usuarios, usuarias y pacientes afectados, como las inacabables listas de espera, el cierre de los puntos de atención continuada, el desbordamiento de los servicios de urgencia y lo último, la lamentable gestión de la pandemia.

Por si fuera poco, las declaraciones de la consejera de Salud de la semana pasada, que al fin y al cabo verbaliza algo que todos conocíamos: la desaparición o destrucción de la Atención Primaria sobre todo en las zonas rurales esta planificada. ¡Señora Sagardui!, el mayor favor que usted haría a la sanidad pública sería que abandonase su cargo.

Todo esto no es casual, sino que forma parte de un plan de desmantelamiento progresivo de la sanidad pública que PNV y PSOE pretenden llevar a término como ocurrió con el proyecto HUA-Hospital Universitario de Álava (carpetazo ante las protestas iniciales, pero retomado con los años ahora se está llevando a cabo y un claro ejemplo de ello es la «reorganización» del Servicio de Urgencias del Hospital de Santiago). Desde el punto de vista de la lógica neoliberal, mantener y equipar una Atención Primaria de calidad no es rentable, mientras que macrohospitales y/o conjuntos hospitalarios, sí. De ahí las construcciones gigantes, la externalización de servicios de mantenimiento (subcontratación), la privatización de algunos servicios (limpieza, cafeterías), ambulancias, hoy privadas, concertación y autoconcertación, en definitiva, la salud de todos se ha convertido en un negocio mientras que la sanidad privada se está enriqueciendo batiendo récords de asegurados en toda la geografía vasca.

La implantación de las OSI no ha supuesto una mejora de la atención sanitaria. Deberíamos hacer una profunda reflexión sobre qué sistema sanitario sería necesario en la Comunidad Autónoma Vasca desde un punto de vista sociosanitario y alejando las tesis neoliberales. Mientras, solo nos queda luchar por una sanidad pública, sólida, universal y de calidad.

Por ello, hacemos un llamamiento a todos los trabajadores y a la ciudadanía para que participen en la manifestación que partirá del Sagrado Corazón de Bilbao el 26 de junio a las 12 del mediodía.

Trabajadores y trabajadoras, ciudadanas y ciudadanos, vayamos juntos y juntos a dar la vuelta a este sistema sanitario que se nos quiere imponer, vayamos a decir alto y claro que no queremos más privatizaciones, vayamos a reivindicar que no queremos vivir en este modelo neoliberal, vayamos hacia un nuevo modelo sociosanitario que necesita el pueblo vasco.