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La Justicia sueca recela de las penas de prisión pese al aumento de los delitos

Suecia es, como en otras muchas cuestiones, un ejemplo en materia penitenciaria. Sus tribunales mandan cada vez menos condenados a prisión en un momento en el que el número de delitos está aumentando. Cierran cárceles y el objetivo se centra en la no reincidencia.

La Justicia sueca manda cada vez menos personas a la cárcel pese a que el número de delitos está creciendo y opta por medidas como el brazalete electrónico, la libertad condicional o los trabajos en la comunidad.

Carin Westerlund, jueza en el distrito de Uppsala, al norte de Estocolmo, señala que «hago todo lo posible para evitar condenas a prisión». Desde 2004, para las que no superen los seis meses los condenados pueden pedir un brazalete electrónico.

Suecia es, junto con sus vecinos escandinavos, uno de los países del mundo con menos presos, 0,5 por habitantes, la mitad que en el Estado francés y 10 veces menos que en EEUU.

La población reclusa bajó un 1% entre 2004 y 2010 y un 6% anual en 2011 y 2012. El descenso debería proseguir en 2014, según las previsiones de la Administración Penitenciaria.

Y eso que el número de delitos ha aumentado en los últimos años, pasando de 1,2 millones censados en 2004 a 1,4 millones el año pasado, según el Instituto Estadístico Criminal gubernamental (Bra).

Suecia invierte en reinserción y prevención, privilegia las condenas no privativas de libertad, recurre a la figura de trabajos de interés general y sistematiza la puesta en libertad condicional automática una vez cumplidos dos tercios de la condena.

Desde que en 2011 el Tribunal Supremo definió criterios estrictos antes de castigar con la cárcel el tráfico de drogas, los tribunales castigan con menos severidad estos delitos.

Prisiones que cierran

Suecia, que cuenta con 82 prisiones, ha cerrado en lo que va de año cuatro y un centro de reinserción. En las prisiones abiertas no faltan plazas. «Si las pequeñas condenas se purgan con la condicional, eso vacía las prisiones», señala Anders Ekström, inspector de la prisión de Norrtälje, que cuenta con 160 prisioneros para 200 plazas.

Y no temen ni al paro ni un aumento de la violencia. «Es una ocasión para trabajar para impedir la reincidencia y trabajar eficazmente para garantizar la seguridad a largo plazo»