Jesus Valencia
Educador social
JO PUNTUA

Razones de un enjuiciamiento

Una izquierda de estas características tiene difícil encaje en el reaccionario, centralista, intolerante y corrupto Estado español

No comparto pero comprendo la actitud del Estado español; tiene sobradas razones para enjuiciar a la izquierda abertzale. Tampoco comparto pero sí comprendo la complicidad del PNV en esta caza de brujas; la sombra del independentismo de izquierda se le antoja larga y preocupante.

España sigue tratando como tumor expansivo a la izquierda abertzale: montaraces que rechazan la «transición», desprecian la Carta Magna y toman como mandanga el «Estado de las autonomías». Dio por supuesto el Estado que conseguiría acallar esta voz estridente y, sobre todo, solitaria. Sus cálculos le fallaron; empleó medios legales e ilegales, pero ninguno de ellos le dio los re- sultados apetecidos. Peor aún, las tesis corrosivas de los insurrectos han ganado adeptos tanto a nivel estatal como internacional. El modelo de las autonomías se resquebraja; la efervescencia independentista crece. El españolismo recalcitrante del PSOE aboga por lo que siempre obvió: el federalismo. Hasta en las máximas instancias del poder se ha instalado el debate sobre la reforma constitucional. ¡Maldita izquierda abertzale que ha provocado semejante cataclismo! También el PNV tiene razones para la inquietud. Optó por sacar tajada del Estado autonómico (¡ay lo de recoger las nueces!) pero aquella interesada decisión se ha vuelto en su contra. Los jelkides se emplean a fondo en el silenciamiento de la voz que el Estado no consigue acallar. Obli- gados por la tenaz coherencia de la izquierda abertzale actúan como mascarón de proa y vanguardia de la persecución estatal. Sus empeños también han fracasado. El independentismo, voz solitaria durante un tiempo, se va expandiendo por Euskal Herria. El PNV, dado a filigranas retóricas, practica juegos florales con el ambiguo concepto de «nuevo estatus» con el que intenta, una vez más, confundir al personal.

El Estado vuelve a echar mano de un recurso ya fracasado: juzga para criminalizar a 36 personas que han ocupado cargos de dirección. La causa oral ha permitido refrescar la apasionante historia de la denostada, admirada y secundada izquierda abertzale. No está exenta de inevitables limitaciones, pero exhibe una trayectoria repleta de méritos. Lúcida cuando, hace 35 años, hizo una certera apuesta estratégica. Valerosa y digna, ha soportado durante esos mismos años incontables zarandeos represivos. Sin alardear de honestidad, ofrece un ejemplar currículo no contaminado por la plaga de la corrupción. Firme en sus con- vicciones fundacionales, ha apostado desde entonces por la independencia y el socialismo. Arraigada en las entrañas del pueblo, lo ha dinamizado y se ha dejado dinamizar por la permanente efervescencia del mismo. Una izquierda de estas características tiene difícil encaje en el reaccionario, centralista, intolerante y corrupto Estado español.

Que las últimas líneas de este texto -y de este año- trasladen mi aplauso y mi reconocimiento a las 76 personas encausadas en los dos macrosumarios en curso. Adultas unas y jóvenes otras, son la secuencia ininterrumpida de un pueblo que defiende su soberanía; llamaradas libertarias que el Estado no consigue sofocar.