Raimundo Fitero
DE REOJO

Diez años

Todos recordamos ayer dónde estábamos hace diez años; todos tenemos guardadas en nuestro disco duro impresiones de la frecuencia en la que íbamos recibiendo las noticias y las mentiras. Las imágenes que se fueron emitiendo forman parte de un tejido en la memoria en donde guardamos un salto histórico. Después llegaron tres días de absoluta locura de un gobierno descerebrado que emprendió un camino conspirativo con la intención de endosar la tragedia del 11-M a ETA, que era una consigna, no el fruto de una investigación.

Diez años de aquellos días en las que un Gobierno presidido por un Aznar que no se presentaba a la reelección, encallado en su soberbia se creyó capaz de manipular a toda la opinión pública y publicada, de mentir en las cancillerías, ocupado en llevar a los foros internacionales su paranoia, y que fue el detonante de una desconfianza, de un periodo de desprestigio de la política, de la judicatura y del periodismo, cada vez más canalla, cada vez más vendido a los intereses económicos partidistas. Muchos muertos, muchas desolación, mucha incapacidad para gestionar la tragedia, muy poca categoría política, un auténtico desastre para la credibilidad.

Han pasado diez años, los canallas de siempre han hecho sufrir gratuitamente un poco más a las familias, han emponzoñado la verdad, y todavía no podemos entender los motivos para tanta inquina y maldad. Perdieron unas elecciones en tres días de locura, mentiras y falta del mínimo respeto a las víctimas, llegó Zapatero, ahora vuelven a estar ellos con mayoría absoluta y este episodio no lo saben aceptar. Justo ahora parece que quieren hacer un acto de contrición, aceptan a regañadientes la verdad juzgada, los hechos probados, se han calmado algo porque deben tener otros objetivos.

Los canales televisivos han recurrido a esta cita con la información de los actos institucionales programados, recurriendo a la a la memoria y al documento de archivo, al desconcierto al no cerrar definitivamente el sumario, a mantener encendidas las velas. Diez años más. Y en algunas tertulias, los recalcitrantes, mantiene todavía la duda conspirativa, suspirando porque un día se sabrá toda la verdad.