Joseba VIVANCO
Aduriz, cara y cruz, falló un penalti con empate a cero y niveló la ventaja del Villarreal a falta de ocho minutos

Si no ganas, importante no perder

Mal partido de los leones, que solo fueron a por el encuentro tras ponerse por debajo en el marcador y con uno más sobre el césped.

VILLARREAL 1

ATHLETIC1

Mal, muy mal lo tiene que hacer este Athletic si tras escalar con éxito las complicadas salidas a Mestalla y El Madrigal no es capaz de coronar la clasificación para la Champions. Un punto en cada desplazamiento y de paso desactivar en parte las opciones de ambos rivales. Ayer, es cierto que los de Ernesto Valverde las pasaron canutas -peor imagen que la dada ante el Valencia- sobre todo porque no se veían visos de que pudieran igualar un partido puesto cuesta arriba y tras desperdiciar un penalti. Pero como ante los chés, la fe de estos jugadores mueve montañas y está claro que no es que no den un partido por perdido, sino que por nada del mundo van a soltar esa cuarta plaza de aquí al final. Incluso en malos encuentros como el de anoche, en el que el gol del empate es lo más peligroso en noventa minutos -penalti al margen-, son capaces de no venirse de vacío. Lo mejor fue el resultado y la confianza en sus posibilidades. Y es que si no eres capaz de ganar, al menos no pierdas.

Ritmo elevado, presión máxima sobre el rival -igualdad en balones perdidos-, tanto que ninguno de ambos contendientes concedieron apenas ocasiones al rival en unos primeros cuarenta y cinco minutos en los que el Villarreal fue mejor a los puntos, pero donde el Athletic tuvo la mejor oportunidad para adelantarse en el marcador en el penalti marrado por Aduriz a falta de cinco minutos para coger camino de vestuarios. Se antojaba un choque equilibrado, una disputa por la posesión y dos equipos de talante eminentemente ofensivo, pero romos de remate y es que si los locales no tuvieron su primera ocasión clara hasta el minuto 19 -balón que se paseó por el área pequeña de Iraizoz- y su primer chut a portería en el 22, los visitantes no vieron puerta hasta nada menos que el 38, amén de esa pena máxima por mano de un jugador levantino marrada en el 40 de partido.

Los dos equipos mostraron sus cartas desde un inicio, con una asfixiante presión sobre el rival, en la que el Villarreal salió ganando casi siempre, liderados por un Cani por el que los meses de ausencia no pasan, que percutieron una y otra vez por la banda del, de nuevo titular en el lateral diestro, De Marcos. Por ahí vino casi todo el peligro del equipo de Marcelino García Toral, por ahí y en los problemas del Athletic a la hora de hacer las transiciones defensivas ante las que el Villarreal incorporaba numerosos atacantes.

Los de Valverde, sustentados en un serio Gurpegi atrás, un De Marcos con problemas pero rápido al corte y la gobernanza de Iturraspe, estaban cojos de medio campo hacia arriba, con Muniain y Herrera en la luna llena de Villarreal, Susaeta desacertado una vez más y Aduriz peleado consigo mismo y con el rival, ganándose una amarilla por impotencia y perdiéndose el choque ante el Getafe. No es solo que los leones estuvieran desacertados en la pericia técnica, sino que no hubo ni un centro al área en prácticamente toda la primera mitad. La primera tarjeta de visita a Asenjo, un chut de Herrera que rebotó en un defensor y el portero envió a córner. Una jugada prólogo del penalti que como desganado lanzaría Aduriz, flojo, para lucimiento del guardameta. Un fallo que al final no iba a echar de menos el Athletic, que apenas al minuto de regresar de vestuarios veía como en una jugada rápida los locales se adelantaban en el marcador y las prisas se apoderaban entonces de los rojiblancos, que pondrían cerco a la meta castellonense, descubriendo el juego por bandas y los centros al área, inexistentes en la primera mitad.

El Villarreal replegado, salía con peligro hacia la meta rojiblanca -sendas ocasiones de Uche y Musacchio-, pero sufría atrás en los balones aéreos, aunque la de ayer no parecía la noche de Aritz Aduriz. Al menos hasta ese momento. Volcados los leones, el central Gabriel echó una mano, o mejor, un codazo al donostiarra, que le valió la segunda amarilla. Los de Valverde tenían 22 minutos por delante para no venirse de vacío en un partido que podía ser determinante.

Con superioridad en el campo, Valverde tiró de Toquero como segunda punta y, a falta del especialista Ibai Gómez, dio entrada a Iraola en el lateral si de lo que se trataba era de poner balones a la olla para ver si caía el anhelado empate. Su último cartucho fue el del defenestrado Beñat por un ayer desaparecido Herrera. Mejoró la circulación de balón de los leones, que pusieron toda la carne en el asador, pero sin que ningún rojiblanco consiguiera hincarle el diente, con los levantinos perdiendo el máximo de tiempo y manteniendo a los bilbainos lejos de su meta. Y tuvo que ser un centro al área de Asenjo, curiosamente de ningún centrador, Iturraspe, el que conectara con la testa de quién si no, Aduriz, que remataba impecable a la red. Gesto de rabia del `9' y el Athletic que olía la sangre... o la debiera haber olido. Le faltó decisión quizá al equipo, que prefirió aquello de más vale pájaro en mano, que ciento volando. Punto final que sabe igual de bien que el de Mestalla, otro punto de Champions, solventando dos partidos comprometidos aumentando distancia con un rival -Villarreal- y perdiendo solo un punto con otro -Real-.