PABLO GONZÁLEZ

La huella rusa se hace cada vez más evidente

Kiev acusa a miembros del anterior Ejecutivo presidido por Viktor Yanukovich de estar tras los sucesos que están ocurriendo en el este y sur de Ucrania. La mayoría de estas personas se encuentran en la ciudad rusa de Rostov. La agencia de seguridad ucraniana, el SBU, ha interceptado numerosas llamadas desde esa región a los responsables de las protestas de las ciudades de Donetsk, Slo- vyansk y Kramatorsk. Las protestas de Odessa, que han provocado más de cuarenta muertos, parece que han sido tam- bién impulsadas, según diferentes informaciones, por gente cercana al depuesto presidente Yanukovich.

Todo ello, a juicio de las autoridades ucranianas, es una clara señal de la participación de Moscú en todos los acontecimientos que han llevado a lanzar la operación militar. El derribo de dos helicópteros del Ejército ucraniano en la zona de Slovyansk durante el jueves es otra muestra, según Kiev, de que los servicios secretos rusos estarían participando activamente en la organización de las protestas en el este del país. Así, el ministro del interior ucraniano, Arsen Avakov, declaró que la existencia de misiles antiaéreos entre los activistas prorrusos y su correcta utilización es una muestra de que fueron profesionales los que llevaron a cabo esa acción.

Las acusaciones de Kiev también tienen que ver con lo ocurrido en Odessa. Según las autoridades ucranianas fue gente cercana a Yanukovich la que aprobó la llegada a Odessa de un tren especial de nueve vagones con más de cuatrocientas personas procedente de Simferópol. La entrada de este tren en territorio de Ucrania continental desde Crimea fue permitida por el jefe de las tropas de frontera ucranianas, el hermano de Vladimir Litvin, un destacado diputado del Partido de las Regiones, al que pertenece el expresidente.

Sin embargo, el Gobierno de Kiev no comenta ni condena los sucesos que han llevado a la muerte de decenas de personas por todo el país, tanto a consecuencia de enfrentamientos como por la acción de la Policía y el Ejército. Eso da lugar a diferentes interpretaciones.

Versión rusa. Para Moscú, Kiev ha activado las operaciones militares en el este del país solo porque el Fondo Monetario Internacional (FMI) le exige tener el control de todo el territorio del país para poder recibir el préstamo financiero prometido. Según las autoridades rusas, esa es la razón por la que Kiev ha reactivar el servicio militar obligatorio. De otra manera, no tendría efectivos suficientes para combatir a los activistas prorrusos.

Rusia, por su parte, dice haber perdido su influencia sobre las fuerzas prorrusas. De esta manera, Moscú intenta desmarcarse de lo que los activistas armados puedan hacer en su resis- tencia a las exigencias de Kiev. A pesar de ello, Kiev ha hecho públicas conversaciones entre activistas prorrusos y representantes del Kremlin que desmienten esta supuesta pérdida de influencia.

Con todo, el peligro de una guerra civil cobra más fuerza tras los últimos sucesos, que ya se han cobrado decenas de vidas. La operación militar continúa en el este del país, mientras los choques entre simpatizantes del actual Gobierno de Kiev y los activistas prorrusos se radicalizan. Ni Kiev, ni Moscú parecen estar por la labor de frenar la ola de violencia.