IKUSMIRA
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Israel utiliza obscenamente un drama humano para intensificar la persecución política

La brutal e indiscriminada represión de Israel no tiene justificación alguna. Nada puede justificar los bombardeos -que el pasado miércoles causaron la muerte de dos palestinos, uno de ellos un niño de siete años, y ayer de otros cinco- o las redadas masivas de las fuerzas de seguridad israelíes contra la población, sean cargos electos, presos excarcelados hace tres años o ciudadanos corrientes. Tampoco la desaparición de tres jóvenes pueden justificar esa represión; al contrario, el drama de esas personas está siendo utilizado como excusa para intensificar la persecución política, lo que la hace, si cabe, más detestable también desde un punto de vista exclusivamente humano. El propio primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al pedir la disolución del Gobierno de unidad palestino, demostró abiertamente que su prioridad no es la búsqueda de los jóvenes israelíes, sino reconducir el conflicto a posiciones favorables a los intereses de Israel. Con su obscena y cruel ultilización política de una situación dramática, el propio Gobierno israelí ha desplazado a un segundo plano la situación de los jóvenes secuestrados, pretendiendo una imposible legitimación de su actuación.