Jesús Valencia
Educador social
JO PUNTUA

Otra masacre

Esta vez ha tenido lugar la nueva agresión a Gaza en los meses estivales. Otra de las anteriores nos encontró con ropas de abrigo y en plenas celebraciones navideñas. A la limpieza étnica de diciembre de 2008 le llamaron «Plomo fundido» y a la de julio de 2014, «Margen protector». Da igual. El objetivo es el mismo, los métodos semejantes y las víctimas, las de siempre: la población palestina.

Voces interesadas alegan que los israelíes están ejerciendo el derecho a la legítima defensa frente a los continuos ataques de Hamas; es otra felonía más de un proyecto discriminatorio y excluyente que se instaló en aquellas tierras con el propósito de ahuyentar a las gentes que las poblaban. Quisieron hacernos creer que nadie habitaba aquellos territorios hasta que ellos los ocuparon: «No existe -decía Golda Meir- una cosa tal como pueblo palestino. No es como si nosotros llegamos, los echamos y tomamos su país. Ellos no existen». Otros líderes sionistas admitían que en las tierras que habían resuelto ocupar habitaban otras gentes pero que su presencia era incompatible con su proyecto: «Los palestinos son las rocas de Judea, obstáculos que deben ser removidos y reubicados fuera del país» (Han Wetzman, líder del Congreso Sionista Mundial y futuro presidente de Israel). La limpieza étnica que practican desde el día de su llegada tuvo una de sus expresiones más crudas en 1948, pero la nakba es una praxis habitual. Cada una de las guerras que han provocado, la construcción de colonias y asentamientos, el muro del apartheid, la usurpación de los acuíferos, las sucesivas masacres... responden a un mismo y brutal objetivo: ahuyentar a los árabes de sus tierras.

Estos días de napalm y muerte, otro contingente de gazatíes se ha visto obligado a cargar el escueto hatillo y refugiarse en ninguna parte. Su éxodo incrementa los millones de palestinos que hubieron de asilarse en otras tierras para sobrevivir. Menachen Begin dijo de ellos que son bestias que caminan sobre dos patas. La masacre de estos días agudiza la permanente limpieza étnica y da por buenas las siniestras palabras de Rafael Eitan: «Cuando hayamos colonizado esta tierra, los árabes corretearán de una lado para otro como cucarachas drogadas dentro de una botella». Solo una personalidad enferma puede expresarse así. Y solo una sociedad enferma puede honrar la memoria de semejante fascista; pusieron su nombre a los modernos túneles de acceso a Nazaret.