Raimundo Fitero
DE REOJO

A la calle

Se repite. Ciudadanos que salen a la calle airados, protestando con contundencia porque en alguna instancia administrativa, cumpliendo la ley, han descendido a su equipo de fútbol de categoría. Las últimas imágenes son de Murcia, con desplazamiento a Madrid de trescientos aficionados para protestar ante la sede de la Liga de Fútbol Profesional que debían decidir. Una movilización que seguramente no tendrá parangón con otras similares por motivos bastante más importantes. Traemos hoy a Murcia, pero es un virus extendido de manera general. El fútbol como catalizador de voluntades, de intereses y formador de un espíritu comunitario externo que se va interiorizando hasta lograr la alienación absoluta y total.

Los clubes de fútbol profesional están en una situación técnica de quiebra, la deuda con Hacienda y la Seguridad Social asciende a cantidades realmente desorbitadas tanto desde el plano económico, como desde el ético y social. Pero siguen siendo, lo mismo que en algunas ciudades los clubes de baloncesto, juguetes protegidos por los políticos locales. Recuérdese cómo la Diputación Foral de Bizkaia encontró unos cuantos millones hace pocos meses y se los inyectó directamente sin convocatoria pública al equipo de baloncesto de la capital para intentar reflotarlo, y de poco sirvió, porque anda en situación desesperada. Motivos para que mucha gente pueda salir a la calle a protestar por estas actitudes.

Se esgrimen justificaciones para proteger a los clubes, pero se trata de una falacia más producto de un modelo obsoleto. Dicen que una ciudad con equipo de primera está en el mapa, y que los partidos generan visitas turísticas e ingresos en hostelería. Aceptado, pero eso sucede cada quince días, y nunca se cuantifican esos ingresos extras. Entretienen a las masas, crean unas identificaciones irracionales que rozan lo esperpéntico y generan tráfico de influencias en palcos y zonas nobles. Vamos a tener muy cerca una experiencia para comprobar todo lo expuesto: Eibar. Un recién ascendido, con una situación financiera parece que saneada y una afición fiel detrás. Las cuentas a final de temporada nos darán algún dato.