En sus más de 350 páginas, el libro «Botín de Guerra» de Julio E. Nosiglia recorre a través del testimonio de las propias abuelas su búsqueda que, a lo largo de casi cuatro décadas, ha sobrepasado las fronteras de Argentina. Se trata de un relato colectivo, íntimo, desgarrador y tierno al mismo tiempo. Vidas de amor, de espera y telarañas de complicidades dan cuerpo a esta obra indispensable para comprender esa esfera invisible que componen el derecho a la verdad y la identidad frente a la apropiación y al engaño, aunque en ocasiones este último camine de la mano del amor. En su epílogo, escrito en marzo de 1985, cuando los adultos de hoy aún eran niños, Nosiglia vaticinaba una búsqueda inversa que, de hecho, lleva años produciéndose, la de los nietos, como ha sido el caso de Guido.

Conscientes de que sus nietos crecían, las Abuelas aprovecharon el contexto de su vigésimo aniversario para reinventar su estrategia comunicativa con el objetivo de acercar a aquellos jóvenes que albergaran dudas sobre sus orígenes. Así nacieron campañas de gran éxito como Música por la Identidad, Teatro por la Identidad, Tanto por la Identidad, Televisión por la Identidad. Hasta una telenovela, Montecristo, emitida en prime time y con notables cuotas de audiencia, abordó como trama principal la apropiación de niños durante la dictadura.

Todo un camino transitado desde 1976, en el que lamentablemente han fallecido ya muchas abuelas y otros familiares directos. Recuerdo especialmente a Virginia Ogando, a quien GARA entrevistó sobre la búsqueda de su hermano Martín y cuya voz vital, jovial y cercana se fue apagando hasta tal punto de que no pudo más con la pesada carga de ser hija de desaparecidos, de saber que a sus padres los torturaron, que su hermano nació en cautiverio y aún sigue sin conocer su identidad.

«Entendimos que hay que saber la verdad. Hoy no se discute eso», afirman por estos días nietos recuperados. Una verdad e identidad que enriquece a todos, dentro y fuera de Argentina.