Raimundo Fitero
DE REOJO

Rutinario


Las muertes en carretera, el feminicidio que no cesa, los accidentes haciéndose selfies, los movimientos militares y policiales en todas las fronteras valladas y en abierto, la corrupción como una de las malas artes de ganar elecciones forman unas rutinas informativas, un goteo de malformación de opiniones que acaban saturando todo el espectro electromagnético sin resquicios para el pensamiento inteligente. Ni siquiera los datos turísticos o la descacharrante euforia del registrador de la propiedad en mangas de camisas anunciando la subida del PIB y ocultando el endeudamiento por encima de ese mismo PIB nos alivian.

Contar muertos en las carreteras parecía un acto de dimensión menor hasta que otra vez se ha disparado la estadística y pese a las mentiras y contabilidades B de los cien novelistas del ministro Fernández Díaz, se producen defunciones en grupo o individuales que vuelven a hacer sonar las alertas. En Irun un joven, en Castellón cinco, africanos, sin documentación, un destino cruel. ¿Quién se apunta estas subidas de accidentes mortales? Cuando caen salen altos cargos a sacar pecho, ahora, será culpa de cada conductor. O de las drogas. O del alcohol. O del calor.

La violencia machista, el feminicidio, cuando parece entrar en una fase rutinaria se convierte en un supuración de miserias sociales, de concepciones retrógradas que acaban produciendo estos asesinatos viles. En fiestas vemos agresiones sexuales, abusos, tonos impropios. El calvario que viven tantas mujeres debería ser atendido desde las estructuras institucionales con mayor seriedad, dedicación, profesionalidad y presupuesto. No valen los comunicados rutinarios, ni las declaraciones de manual a base de frases hechas que agreden por su insustancialidad. Actos. Hechos. Movilización.

Los accidentes, algunos de ellos mortales, por caídas en abismos montañeros o precipicios playeros o, como sucedió en Sitges, por vencerse la balaustrada de un terraza donde un grupo de amigos estaban haciéndose una foto con su portátil, empieza a ser preocupante por su reiteración. La autofotografía deberá considerarse como una actividad de riesgo. Entramos en la era de la marmota.