Martxelo DÍAZ

Soberanía energética, derecho a decidir también en el consumo

«A través de una gestión pública de la energía, Navarra recuperaría el derecho a poder decidir la gestión que realizamos en nuestro territorio. Sería algo así como el derecho de autodeterminación de nuestro pueblo frente a un modelo de gestión energética impuesto, como es el actual», destaca Sustrai Erakuntza en la propuesta sobre la soberanía energética que hoy presentará en Iruñea y a la que ha tenido acceso GARA.

Sustrai reclama un nuevo modelo energético que supere la dependencia de unas energías fósiles cada vez más escasas e inaccesibles y las sucesivas burbujas que se han inflado con la energía solar fotovoltaica, el fracking, la energía nuclear, el mercado del cambio climático o el propio sistema de fijación de precios de la energía eléctrica.

Para ello, abogan por una planificación energética que, de partida, defina el techo energético, entendido como «la cantidad de energía primaria suficiente para cada persona y, por tanto, para el conjunto de los habitantes de Navarra». En esta línea, proponen tarifas progresivas que graven el consumo excesivo para incentivar el ahorro y la eficiencia y medidas que ajusten la demanda de energía a la oferta generada en Nafarroa. «También es necesario establecer precios reales de energía, que tengan en cuenta todos los costes generados en la producción de la energía, incluidos los medioambientales», añaden.

En esta línea reclaman no solo el cálculo de la huella ecológica de cada persona, entidad o infraestructura, sino también el análisis de la deuda ecológica, «que corresponde al consumo de recursos naturales de otros pueblos que realizamos en Navarra y los impactos ambientales que este consumo produce». La realización de auditorías energéticas se presenta como clave para poder estudiar las medidas que contribuyan a disminuir el consumo de energía.

De este modo, Sustrai propone una descentralización de la producción energética, «de manera que cada zona de amplio consumo disponga cerca de un centro de producción eléctrico y/o térmico». Este planteamiento haría inútiles polémicas macroinfraestructuras de distribución energética como la autopista eléctrica Itsaso-Deikaztelu.

El exceso de transporte es el mayor consumidor de combustibles fósiles. Para reducirlo, se plantea «un importante cambio en la organización social, que consiga que se consuman productos cercanos y se reduzca la necesidad de transporte para las tareas cotidianas».

También plantea Sustrai reducir el consumo en viviendas y otros edificios mediante inversión en la rehabilitación energética de los edificios, consiguiendo mejores aislamientos. De este modo, también se contribuiría a reducir notablemente los casos de pobreza energética.

Reducción del consumo

La soberanía alimentaria, entendida como «la facultad de cada pueblo para definir los alimentos que necesita para su consumo», es otra vía para reducir el consumo energético, disminuyendo el transporte y la conservación. Paralelamente, «contribuye a que se utilice menos combustible en su producción al promocionar la producción a pequeña escala, con pequeños y eficientes sistemas de riego, y sin el uso de agroquímicos». Una vez más, las macroinfraestructuras, en este caso las hidráulicas, perderían completamente su sentido.

«En el caso de la gestión de residuos también es fundamental evitar la pérdida de recursos que se produce al no volver a reaprovechar los materiales si se eliminan mediante vertedero o incineración. La fabricación de nuevo de productos que consumen mucha más energía que la que se `recupera' al quemarlos. Para incrementar las tasas de reciclaje, es necesario mejorar significativamente la separación selectiva, mediante el sistema puerta a puerta, por ejemplo. Pero antes de reciclar, hay que centrarse en la reducción de los consumos y después priorizar la reutilización de los productos. Consumiremos menos energía reutilizando que reciclando. Y necesitaremos menos minas y canteras si reducimos nuestros consumos globales», añade el documento elaborado por Sustrai.

Para el objetivo de alcanzar la soberanía energética, Sustrai considera necesario «conseguir una implantación masiva de fuentes de producción de energías renovables, porque son las únicas con las que podemos contar en el futuro». En el documento, se citan y definen propuestas como el autoconsumo energético con balance neto, las calefacciones de distrito, la geotermia de baja temperatura, los biocombustibles, la solar térmica, la minieólica, la minihidráulica, la cogeneración con residuos ganaderos, la biomasa y otras formas de gestión energética poco conocidas.

«Pero creemos que la solución al problema energético no pasa solo por la implantación de energía renovable. Es necesario, como se ha repetido a lo largo de todo el texto, un cambio de mentalidad y de modelo socio-económico. Es por ello que abogamos por una economía local, buscando el decrecimiento y el consumo reducido y cercano. Y aprovechando los recursos locales de una manera sostenible. De este modo, queremos impulsar y difundir las iniciativas que empujan en esa dirección, como podrían ser los grupos y municipios en transición y las cooperativas integrales, entre otros muchos», concluye el documento de Sustrai.