No destruir los grafitos de Iruña-Veleia
El autor sostiene que el debate sobre la autenticidad de los grafitos de Iruña-Veleia debe ser reconducido del ámbito judicial en el que se encuentra «empantanado» por la obcecación de quienes insisten en su falsedad, al científico e internacional y aboga por su protección ante el peligro de que se destruyan.
La experiencia de cuatro décadas en el ejercicio de la abogacía me dice que la falsificación de los grafitos de Iruña-Veleia es prácticamente imposible. En primer lugar por las dificultades técnicas extremadamente sofisticadas que tal falsificación requeriría; en segundo lugar porque los argumentos utilizados para defender su falsedad, tales como los filológicos y lingüísticos son apriorísticos, exactamente igual que la utilización del Génesis y la Biblia contra la teoría de la evolución; en tercer lugar, porque no solo no ha habido ningún «provecho» para el presunto falsificador, sino que por el contrario, ha resultado extremadamente perjudicado.
El debate sobre la autenticidad o falsedad de los más de cuatrocientos grafitos encontrados hasta 2006 en Iruña-Veleia debe ser sacado del ámbito judicial, en el que se halla escandalosamente empantanado desde hace más de seis años. El debate sobre la autenticidad o falsedad de los grafitos de Iruña-Veleia debe ser reconducido al ámbito estrictamente científico e internacional. Deben ser protegidos de su destrucción los grafitos encontrados y deben ser apartados urgentemente de la gestión de este yacimiento quienes se han marcado –y lucrado– defendiendo su falsedad, como es el caso de Don Julio Núñez Marcén.
Por desgracia, la pérdida de otros innumerables grafitos, que ocasionó probablemente el saqueo del yacimiento con una excavadora efectuado en 2010 constituye un irreparable crimen de lesa cultura y de lesa historia. El riesgo sigue vigente en el hecho de que se ha encomendado la gestión del yacimiento a quién se había posicionado por su falsedad... por lo que se da el hecho de que desde 2010 ya no ha aparecido ningún grafito, aunque sí la extraordinaria y reveladora ara romana, encontrada por los obreros en la excavación para hacer el parking en 2012, que por sí sola ha desvirtuado (y ridiculizado) dos de los supuestos pseudoargumentos de los defensores de la falsedad, a saber:
1) La denominación Veleia, que aparece trece veces en los grafitos y que los pro-falsificación consideraban como prueba de falsedad, puesto que tendría que haber aparecido con “B” (pag. 14 de su informe del informe del Sr. Gorrochategui, único previo a la querella), deduciendo tal conclusión del «sistema fonológico del vasco antiguo». Cuando los obreros encontraron el ara con el nombre Veleia escrito con V, los profalsificación la presentaron con la patética y mendaz explicación de que era la primera vez que aparecía tal nombre.
2) Los profalsificación señalan en sus informes como «test de autenticidad» la forma de la letra “M”, señalando como marca de veracidad que «el ángulo interior formado por las astas oblicuas llegara hasta el final de la caja» y eso no se daba en los grafitos. Pero resulta que tampoco se da en el ara encontrada en 2012, que los propios pro-falsificación han tenido que reconocer como verdadera.
Por otro lado hasta en los propios dictámenes de quienes se posicionan en la postura pro-falsificación hay dos argumentos decisivos para no destruir los grafitos u óstracas y para desjudicializar el tema y tomar medidas: a) Entre los 50 óstracas vascos y las 400 piezas con grafías hay alguna, –por lo menos dos– cuya autenticidad no se discute, la nº 10.426 y la nº 12.067. Y si hay alguna, ¿cómo no va a haber más? ¿Por qué? b) Los soportes y ciertas formas paleográficas son indiscutidamente antiguas.
En qué consistió entonces la falsificación de los grafitos u óstracas, según la acusación de los pro-falsificación? La hipótesis de D. Joaquín Gorrochategui es una sensación: «A veces se tiene la sensación de que el impostor (sic en singular) ha escrito su texto sobre letras antiguas (o reaprovechándolas), como me parece ser el caso nº 11.139, del sector 5». El Sr. Gorrochategui reitera varias veces en su dictamen una distinción entre lo hallado antes del bienio 2005-06, que considera verdadero, y lo encontrado en ese bienio, que afirma manipulado con tremenda rotundidad. Dice textualmente en el apartado III Conclusiones, nº 2: «El convencimiento de hallarse ante una falsificación es total, sin la existencia de duda alguna. Y por las razones arriba indicadas, es aún mucho más firme en los casos de los óstraca latinos que en los vascos» (sic). En suma; habla de «un» impostor, lo temporaliza en un bienio, pero solo tiene una sensación sobre el método de la falsificación. «Algunas de estas piezas las considero auténticas. Así, sin duda ninguna, la nº 10.426 y la nº 12.067 (titulus pictus con la lectura P.C). Entre las piezas halladas en años anteriores es auténtica la que reza: ‘Pompeiae Valentinae’ tanto por su paleografia como por la corrección del sistema onomástico». Más adelante añade: «Muy probablemente muchas de las incisiones consistentes en algunas pocas letras, rayas, etc. sean auténticas. Así me lo parecen algunas fichas de juego que llevan una aspa en una de sus caras (nº 6378 y 6417)».
Aunque solamente fuese cierto que por lo menos alguno de los grafitos es verdadero y no falsificado, jamás se debería haber consentido ni tolerado por los «asesores científicos» la invasión y destrucción del yacimiento con una excavadora. ¿Cómo puede ser que hasta 2006 aparezcan más de 400 grafitos –algunos considerados verdaderos y otros falsos por parte de la Comisión– y desde entonces no aparezca ninguno?
Hay otras cuestiones que han sido objeto de polémica y hasta de mofa; por ejemplo, la interpretación de los textos. Desde el inquietante RIP de un crucifijo hasta la cita de Nefertiti o Nefertari o bien desde la malintencionada lectura como Descartes donde en realidad dice MISCART, etc.
En el año 2003, en la plaza del Castillo de Iruña-Pamplona se destruyó el yacimiento arqueológico probablemente más emblemático de Vasconia con tres estratos; el superior, un cementerio conjuntamente musulmán y cristiano, ejemplo único de convivencia religiosa y cultural; el estrato medio, unas termas romanas extraordinariamente bien conservadas; el inferior era la urbe por antonomasia de Vasconia. Todo fue a la basura por decisión de las autoridades. ¡Ojalá no suceda nada parecido en la ciudad Iruña-Veleia!