Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión
Monroe, en «Vidas rebeldes» de John Houston, su mejor interpretación dramática.
Monroe, en «Vidas rebeldes» de John Houston, su mejor interpretación dramática.
Wikimedia Commons

60 años sin Marilyn Monroe: ¿Qué fue de Norma Jeane?

El 5 de agosto de 1962 Norma Jeane fue hallada sin vida. Se dijo que su muerte fue por «una enfermedad aguda de envenenamiento por barbitúricos» y fue catalogada como un «posible suicidio» pero, debido a la falta de evidencia, su muerte no fue clasificada por «suicidio».

Los flashes de las cámaras parpadean en una habitación de sábanas de seda desordenadas. Uno de los policías presentes en la escena –llamémosle ‘D’–, es mormón y odiaba a Marilyn Monroe. Masculla un sermón sobre almas pecadoras mientras mastica nerviosamente un chicle.

A su lado, el agente ‘H’, enciende un cigarro y se deja caer pesadamente sobre una silla que se encuentra junto a la cama donde yace sin vida la mujer que hace tan solo tres meses cantó un sensual ‘Happy Birthay, Mr President’. El agente ‘H’ es uno más de los que la amó en silencio y desde la distancia. Mueve nerviosamente sus manos sudorosas mientras observa el cuerpo sin vida y roto de Marilyn Monroe. En esta habitación se concentra todo el calor de agosto.

Marilyn y su ukelele junto a Jack Lemmon y Tony Curtis en la antológica «Con faldas y a lo loco» (1959) de Billy Wilder.

Confesiones a una grabadora

Meses atrás, en este mismo escenario, Marilyn yacía viva y semidesnuda en la cama de sábanas de seda. Encendió una grabadora y comenzó a hablar. Sola. O no tan sola. Su interlocutor, la persona a quien dirigía sus palabras, no está ahí, pero existe. Es su siquiatra, el doctor Ralph Greenson, el mismo que la ha ayudado a elegir su casa sobre Fifth Helena Drive. «Usted es la única persona que conocerá los pensamientos más privados y más secretos de Marilyn Monroe –dice la voz metálica que quedó recogida en cinta magnetofónica–. Tengo la absoluta confianza de que usted jamás dará a conocer a ningún ser vivo lo que yo le cuento».

Años más tarde, la confianza de la paciente del doctor Greenson será traicionada. El mundo entero conocerá esos pensamientos pero no a través del doctor Greenson, que murió en 1979 sin dejar rastro de las cintas como había prometido. Su paciente morirá de una sobredosis de barbitúricos dos meses después de terminar la grabación de estas confesiones, exactamente el 5 de agosto de 1962.

Unos días después, un fiscal de distrito llamado John Miner llegará hasta el consultorio del doctor Greenson para entrevistarlo. Será durante ese breve encuentro cuando el siquiatra le deje escuchar la voz de Marilyn Monroe. Miner, que tampoco cree en la hipótesis del suicidio, tomará notas casi textuales.

Cuarenta y tres años después, el fiscal romperá la promesa que hizo al siquiatra y permitirá que el diario ‘Los Angeles Times’ publique las transcripciones completas de las cintas grabadas por la actriz. En los días previos a estas grabaciones, Greenson le ha indicado a su paciente que se atreva con el monólogo de Molly Bloom para dar un giro al concepto de ‘ser la mujer más deseada del planeta’.

Los labios de Marilyn susurran a la grabadora: «Aprieto play y digo cualquier cosa que esté pensando, como lo hago ahora. Es realmente fácil. Estoy recostada sobre mi cama vistiendo solo un corpiño. Si quiero ir a la heladera o al baño, aprieto el botón de stop y empiezo de nuevo cuando quiero. No hay problema».

Cinta 7: Susurros a JFK

Es un caluroso mes de junio y, quizás por ese motivo, Marilyn recorre desnuda la habitación. No hace mucho cumplió los 36 años y el paso del tiempo la perturba. Se ha examinado concienzudamente frente el espejo y ahora vuelve a apretar el ‘play’: «Ayer me paré desnuda frente a mis espejos por un buen rato. Estaba maquillada y me había peinado el cabello. Qué fue lo que vi. Mis pechos están empezando a caerse un poco, caerse un poco… Mi cintura no está mal. Mi culo es lo que debe ser, el mejor de todos. Piernas, rodillas y tobillos, todavía en forma. Y mis pies no son demasiado grandes. OK Marilyn, lo tienes todo en su sitio. Es tiempo de decisiones».

Poco tiempo antes estuvo filmando una película que nunca llegaría a estrenarse – ‘Something ’s Got to Give’– para la 20th Century Fox, pero los directivos de la compañía le rescindieron el contrato por sus constantes retrasos en el rodaje y su adicción a los barbitúricos. Un mes antes, en mayo, mientras todavía estaba filmando, se escapó durante siete días a Nueva York para cantarle, con toda la sensualidad de la que fue capaz, el Feliz Cumpleaños a John Fitzgerald Kennedy. Dicen que Jackye Kennedy rasgó con sus uñas los posabrazos de su sillón de primera dama.

Desde aquel ‘Happy Birthay’, los rumores se acumulan. Jackye se enfurece y el todopoderoso director del FBI, J. Edgar Hoover, es más feliz que un niño con zapatos nuevos mientras ordena atiborrar de micrófonos la habitación de Marilyn y comparte sus investigaciones presidenciales con el otro gran cotilla de Estados Unidos, el enloquecido magnate Howard Hughes.

A JFK no le gustó aquel ‘Happy Birthay’. Marilyn pulsa la tecla del play: «Marilyn Monroe es un soldado. Su comandante en jefe es el hombre más grande y poderoso del mundo –graba en la cinta del magnetófono–. Este hombre va a cambiar el país. Ningún niño pasará hambre. Nadie dormirá en la calle ni comerá de la basura. La gente que hoy no puede pagarlo tendrá seguro médico. Nuestra industria será la mejor del mundo. Transformará la América de hoy como FDR (Franklin Delano Roosevelt) hizo en los años 30.(…) Yo nunca lo avergonzaría. Mientras tenga memoria, siempre tendré a John Fitzgerald Kennedy». Lo que nadie sabe es que ella mantiene un romance con el hermano de JFK, con Bobby Kennedy, y desea acabar cuanto antes con esta relación.

«La tentación vive arriba» (1955), película a la que pertenece la icónica imagen del vuelo de su falda. 

Cinta 8: Bobby, Jack y yo

«Doctor –confiesa la voz de metal–, no sé qué hacer con Bobby. Como usted ve no hay lugar en mi vida para él. Supongo que no tengo el coraje suficiente para enfrentarme a la situación y lastimarlo. Quiero que sea otra persona la que le diga que lo nuestro terminó. Intenté que fuera el Presidente, pero no pude encontrarlo. Ahora me alegro. Es demasiado importante como para pedirle algo así. Usted sabe cuando le canté Feliz Cumpleaños… A lo mejor debería dejar de ser una cobarde y decírselo yo. Pero como sé cuánto le va a doler, no tengo el valor para hacerlo».

Marilyn ha pensado mucho sobre este enrevesado asunto erótico-presidencial y tiene una teoría sobre los sentimientos del menor de los Kennedy. «Pienso que lo que pasó con Bobby fue que dejó de tener buen sexo con su esposa por un tiempo… Bueno, cuando empieza a tener sexo con el cuerpo que todos los hombres quieren, su moral católica tiene que encontrar una manera de justificar el engaño a su mujer. Entonces el amor se convierte en su excusa. Y si amas lo suficiente no lo puedes evitar y no puedes ser culpable de nada. Muy bien doctor, ese es el análisis de Marilyn Monroe sobre el amor de Bobby por mí».

A pesar del despido de la Fox, Marilyn se muestra optimista. Planea subirse a los escenarios para interpretar textos de Shakespeare y quiere ganar un Óscar. Las grabaciones nos indican que es una mujer feliz. La cinta magnetofónica continúa girando: «Lo que le dije cuando comencé a ser su paciente es verdad: nunca había tenido un orgasmo. Me acuerdo bien de que usted me dijo que eso sucede en la mente, no en los genitales, y que había un obstáculo en mi mente que me impedía tener uno, que era por algo que me pasó cuando era muy joven (Marilyn fue violada por un tío suyo), algo de lo que me sentía tan culpable que no me permitía disfrutar del mayor placer que existe. Nunca lloré tan fuerte como lo hice después de mi primer orgasmo. Fue por los años en los que nunca había tenido uno. Qué años perdidos».

Con Montgomery Clift en «Vidas rebeldes» (1961).

Cinta 10: Nunca entraré al Olimpo de Hollywood

Cae la noche, el calor persiste, enciende el ventilador y se sirve un trago de tequila. El sabor le devuelve recuerdos: la habitación de estilo mexicano de Joan Crawford. Marilyn aprieta el play y susurra al micrófono para deleite de los chicos de Hoover, que desde una casa vecina, siguen al detalle esta confesión: «Oh sí, Crawford… Fuimos a la habitación de Joan… Ella estaba muy apasionada y gritaba como una maníaca. La siguiente ocasión que la vi, ella quería seguirme. Le dije a la cara que no me gustaba hacerlo con mujeres. Después de que la desplanté, se volvió odiosa conmigo». Antes que termine el año, Crawford va a estrenar ‘¿Qué fue de Baby Jane?’, ese magnífico y despiadado duelo interpretativo que mantuvo con la mismísima ‘Loba’, Bette Davies, y que la eternizará en el firmamento de las grandes actrices, un lugar al que le fue denegada la entrada a Marilyn.

Si hubiera existido el diablo, Marilyn le hubiera vendido su alma sin dudarlo con tal de figurar en el Olimpo de Hollywood. Pero, a falta de diablo, se casó con un intelectual: Arthur Miller. Cae el telón de la última noche, ya no quedan cintas para ser escuchadas. Quizás fragmentos en los que Marilyn prolonga sus confesiones de alcoba además de sus anhelos interpretativos.

Al igual que el agente ‘H’, el jugador de béisbol Joe DiMaggio también llora la muerte de Marilyn y sería injusto no regalarle un último susurro atrapado en un micrófono: «Joe D ama a Marilyn Monroe y siempre lo hará. Yo lo amo y siempre lo haré. Pero Joe no pudo permanecer casado con Marilyn Monroe, la famosa estrella de cine. Joe tiene en su terca cabeza la imagen de una tradicional esposa italiana. Una esposa fiel, que hace lo que él le pide y se dedica entera a él. Doctor, usted sabe que esa no soy yo».

Marilyn, «larrosa eta klabelin»

En 1942, Marilyn no se casó por amor sino porque entonces vivía con una tía que agonizaba y temía volver a un internado y quería escapar de los abusos sexuales de su tío. Las razones de su temprana boda con Jim Dougherty, vecino suyo y obrero de una compañía aérea, varían según los distintos biógrafos de la estrella. Ella también trabajaba como operaria cuando Dougherty marchó a la guerra, pero un fotógrafo la descubrió en la fábrica y le hizo unas fotos.

La imagen de Norma Jeane cruzó el Atlántico y causó sensación. «Yo era consciente de cuánto atraía a los hombres –explicó años después–. Mis compañeros de la planta aérea solían piropearme y una vez el capataz me colocó detrás de una mampara para que no distrajera a los hombres». No tardó en abandonar fábrica y marido. Comenzó a trabajar como modelo y a recorrer las agencias de artistas.

Cambió su nombre y el color de su cabello: desde entonces sería la rubia Marilyn Monroe. A los veinte años consiguió su primer contrato –por seis meses– con la Twentieth Century Fox. A partir de ese instante desapareció la mujer y entró a escena el mito.

Su vida fue un caos y un montaje despiadado. Ella nunca fue la tonta que querían vender los grandes estudios. Quizás ese fue su mayor drama. Junto con las rosas rojas que por veinte años Di Maggio le envió tres veces por semana, depositamos la oración que Ernesto Cardenal le dedicó: «Señor, recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe, aunque ése no era su verdadero nombre (pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar) y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje, sin su Agente de Prensa, sin fotógrafos y sin firmar autógrafos, sola como una astronauta frente a la noche espacial».

Ana de Armas encarna a Marilyn Monroe en «Blonde», de Andrew Dominik.

Marilyn a través del lienzo y el celuloide

La figura de Marilyn Monroe mantiene vigente su status de referente de la cultura popular. El pasado 9 de mayo se subastó el célebre cuadro que Andy Warhol serigrafió en 1964 y que lleva por título ‘Shot Sage Blue Marilyn’. Alcanzó la cifra récord de 195 millones de dólares, lo que convirtió a este icónico retrato de la actriz –que nos presenta a una Monroe en un primer plano, con el pelo amarillo, la sombra de ojos azul y los labios rojos, sobre un fondo turquesa– en la obra de arte más cara del siglo XX. También supuso la obra más cara de un artista estadounidense jamás vendida en una subasta.

Coincidiendo con el 60º aniversario de su muerte, Netflix cuenta con dos proyectos diferentes: un documental titulado ‘El misterio de Marilyn Monroe: las cintas inéditas’, de Emma Cooper, y un filme de ficción titulado ‘Blonde’, en el que Ana de Armas encarna a la mítica actriz. El primero es un documental que basa buena parte de su interés en escuchar, por primera vez, las grabaciones en casete que el periodista y escritor Anthony Summers realizó en los años 80 a amistades muy cercanas a Monroe. Con dicho material, Summers publicó bajo el título de ‘Goddess’ una obra que incidió en los misterios que rodearon la muerte de la actriz.

Entre los testimonios que recoge el documental figuran aquellos que nunca creyeron la versión oficial que dictaminó su suicidio y quienes van más allá a la hora de involucrar a Marilyn Monroe en un turbulento episodio de secretos de Estado. Al parecer, y según diversos testimonios recogidos en el documental, durante un encuentro con Bob Kennedy, Monroe tuvo acceso a información relativa a una misión orquestada por la CIA que tenía como objetivo eliminar a Fidel Castro.

En el documental, el escritor explica que «las primeras cintas nos remontan a 1946, cuando Marilyn empezó en Hollywood a los 20 años. La oímos decir lo mucho que le gusta el cine y narrar su fascinación por Jean Harlow y Clark Gable, para a continuación detallar cómo fue su llegada al éxito y escuchar a compañeras de reparto como Jane Russell –con quien trabajó en ‘Los caballeros las prefieren rubias’, (1953)– apuntar su estatus de ‘símbolo sexual’ y matizar que se sentía muy vulnerable». En sus conclusiones, el autor de origen irlandés subrayó: «Intentar adentrarte en la verdad de Marilyn es como meterse en la cueva del lobo».

Por otro lado, el largometraje ‘Blonde’ pasará a la historia de Netflix por ser su primera producción calificada ‘X’. Se trata de un biopic protagonizado por Ana de Armas y dirigido por Andrew Dominik, un cineasta de gran prestigio gracias a películas como ‘El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford’, ‘Mátalos suavemente’, ‘Chopper’ y el documental ‘Nick Cave: This much I know to be true’.

Al parecer, la versión de Dominik no era en absoluto lo que esperaban ver desde Netflix, los cuales quedaron ‘horrorizados’ tras visionar el filme. En agosto de 2021, La primera versión que Netflix vio de la película de Dominik era «un retrato sexualmente explícito de Marilyn Monroe que probablemente recibiría la calificación para mayores de 18 años».

Al parecer, la cinta contiene una escena de violación y un cunnilingus menstrual sangriento, algo que asustó a Netflix. La plataforma insistió a Dominik que incluyera cambios en la película, pero el director se negó. Finalmente, Netflix insistió en contratar a la editora Jennifer Lame –guionista de ‘Tenet’– para que «puliera» la película en secuencias que, desde Netflix, consideraban «excesivas».

‘Blonde’ toma como referencia la novela homónima que Joyce Carol Oates publicó hace 22 años. La escritora, que quedó finalista del Pulitzer y del National Book Award por dicho trabajo, dijo que su libro es, ante todo, una obra de ficción, «y una hipótesis sobre la vida interior de una mujer perseguida por la misoginia de la industria y los demonios de su pasado». Por su parte, Dominik subrayó que «‘Blonde’ jamás se habría rodado de no haber sido por el MeToo. Sin este movimiento, nadie estaría interesado en este tipo de mierda; lo que es ser una chica a la que no quieren, lo que es pasar por la trituradora de carne de Hollywood».