Beñat Zaldua
Entrevista
Carmen Lira Saade
Directora de ‘La Jornada’
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Carmen Lira. (José Núñez | La Jornada)

«Gabriel García Márquez nos dijo que estábamos locos»

Sería tramposo disfrazar esta entrevista de producto periodístico objetivo y aséptico. La entrevistada conoce al entrevistador desde que llevaba pañales, como quien dice, y la ausencia de Josetxo Zaldua, fallecido pronto hará un año se hace presente a cada instante. Refugiado vasco, Josetxo era corresponsal de ‘La Jornada’ en Venezuela –tras una larga etapa en Nicaragua– cuando Carmen Lira, subdirectora de información, le mandó llamar a México a mediados de los 90. Ahí le explicó que se postulaba al cargo de directora y que lo quería a su lado. «Vas a ser el editor», le dijo; «pues yo no sé cómo», contestó el vasco. «Pues lo vas a hacer, aquí vamos a aprender todos», rememora Lira. «Era gente de un gran compromiso, de una pieza, y así lo demostró, la factura de este periódico realmente la hicimos él y yo», añade. El resultado fue lo que Chomsky calificó hace unos años como «el único periódico independiente de todo el hemisferio».

Sería igualmente tramposo hacer creer al público que la entrevista fue tan ordenada y metódica como lo aparenta esta versión por escrito. No se dejen engañar, no hay método posible con Lira, es un torrente ante el que toda presa queda pequeña, una trabajadora inagotable a punto de cumplir 80 años. Los temas y las anécdotas van brotando mientras ella camina por la conversación como Pedro por su casa, contestando como quiere la última pregunta al tiempo que da el último vistazo a la edición del día siguiente.

Toda entrevista con Lira, de antepasados palestinos y curtida en la zona petrolera del Golfo de México, está condenada a cierto grado de frustración, porque nunca será completa. No caben aquí las anécdotas y los aprendizajes de seis décadas de oficio periodístico, que incluyen un viaje iniciático a China, una corresponsalía en Washington y muchos años de guerrillas centroamericanas. De allí se trajo una frase que siempre lleva puesta: «Cómo duelen las ideas». Se la dijo, en plena balacera, un joven y asustado guerrillero salvadoreño.

Las corresponsalías dieron paso a las responsabilidades de redacción, que culminaron con la asunción de la dirección de ‘La Jornada’, cargo en el que lleva más de un cuarto de siglo, con una misión que no entiende de treguas ni vacaciones: la defensa de un medio de comunicación propio en un ambiente habitualmente hostil. Sus enseñanzas pueden chocar con cierto idealismo imperante en lo que respecta a la naturaleza de un periódico crítico y comprometido, y son, por tanto, de obligada lectura. No solo para periodistas.

Lleva 60 años en el oficio. ¿Cómo empezó?

Mira, creo que empecé en el 61; salí de la escuela y empecé trabajando en una agencia, y luego en el ‘Novedades’, un periódico grande y conservador. Después me retiré un poquito y regresé con un reportaje que hice en 10 partes sobre China. Fue muy impresionante, me gané una beca por tres meses y allí me fui. No había ni relaciones diplomáticas, estaban en plena Revolución Cultural, híjole, un desmadre… hasta a Beethoven prohibieron.

Antes de empezar la andadura de ‘La Jornada’ se curtieron en el ‘Unomásuno’. ¿Qué tal fue aquello?

En el 77-78 se da la reforma política con (José) López Portillo, que es cuando se empieza a abrir el país después del 68, del 71, de la guerra sucia... de una época muy cerrada. Fue entonces cuando empezó la libertad de expresión; cuando empezamos, con mucho temor y mucha precaución, a soltarnos un poco, a sentirnos libres. El “Unomásuno” fue el primer intento, el primer periódico que se lanzó a ser verdaderamente independiente, con un director que en su momento tuvo mucha visión, Manuel Becerra Costa. El problema es que era independiente hasta del dinero.

Pero sin ‘Unomásuno’ no hay ‘La Jornada’.

Aprendimos mucho, y fue muy importante. Conocimos de primera mano, por ejemplo, las guerrillas centroamericanas. Y en muchos casos fuimos mujeres las que estuvimos allá. Conocimos la guerra y eso no es cualquier cosa.

De ahí nace ‘La Jornada’. ¿Cómo?

No tenemos ni idea de cómo pudimos. No teníamos nada, sufríamos cada 15 días para pagar la nómina, pero nunca dejamos de hacerlo. La gran aportación fue de los artistas, sobre todo de (Francisco) Toledo y (Rufino) Tamayo, los artistas más grandes de México en el final del siglo XX. Hay una anécdota con Gabo (Gabriel García Márquez), que estuvo aquí los días en que lanzamos el periódico. Eran los tiempos de (Belisario) Betancurt en Colombia, y nos dijo que tenía cuatro millones de dólares para armar un periódico, pero que le faltaba otro millón. Nosotros alucinábamos. Nos preguntó cuánto teníamos nosotros. Yo le miré a (Carlos) Payán, el director: ‘¿Le decimos?’. Me dijo que sí y le solté: ‘Tenemos dinero para cinco días’. ‘Ustedes están locos’, dijo Gabo.

Cuatro décadas después sigue siendo complicado sostener un diario impreso.

En un mes nos subieron dos veces el precio del papel y a nosotros esas cosas nos hacen pedazos. Es muy complicado sostener un diario impreso, pero es donde más vale la publicidad. A mí me da la risa cómo insisten tanto con internet. Si la publicidad vale más en el papel, ¿cómo le hago? Además, yo quiero sostener el impreso, es más completo. Hay que dar la inmediatez, porque te la exige el mercado, pero no es suficiente, el impreso es importante. Si no, no se profundiza, se da todo rápido, ni siquiera se redacta bien y la gente ni lo lee.

¿Nunca le tentó entrar en Twitter?

Claro que no, ¿qué te pasa?

¿Cómo garantizar la pervivencia de medios como ‘La Jornada’ o GARA?

Yo siempre insisto en una cosa. Cuando se abrió la reforma política y se legalizaron los partidos en México, también se dijo, ‘bueno, ¿y con qué van a competir ahora?’. Porque no se trata solo de libertad política. Si tienen una mínima representatividad, tú tienes que sostener a los partidos, aunque sean pequeños. ¿Para qué? Para que se dé el juego democrático, porque de lo contrario, no se da. Con los medios ocurre lo mismo. Hay que tener claro que, igual que con los partidos, tú no puedes tener democracia, o no puedes aspirar a una cosa parecida a la democracia, si no tienes medios de comunicación.

Esto no es depender del Gobierno o de las subvenciones, esto es el derecho que deben reclamar los medios, y es lo que un Gobierno debería hacer para sostener el juego democrático. Porque el dinero está fundamentalmente en manos de ricos que no están de acuerdo con el periodismo que nosotros hacemos. Yo así se lo he dicho a los presidentes que he tenido delante, cuando nos dan alguna ayuda: No me están haciendo ningún favor, nosotros somos parte del juego político y democrático, y tenemos derecho a esto. Porque tienen que existir medios diferentes. Si no se entiende eso, no se entiende nada.

¿Un periódico crítico tiene que ser obligadamente golpeador con quien gobierna?

Yo no lo creo. El hecho de mantener una perspectiva crítica no quiere decir que seas siempre golpeador. Yo no opino que los medios tengan que ser un contrapoder obligadamente. Son un poder que regula y critica, pero no necesariamente tiene que golpear siempre. ¿Tienes que estar contra el que está ahí arriba siempre? A lo mejor coincides en algo, a lo mejor lo orientas, le marcas la agenda.

Nosotros preferimos hacer la crítica desde el reporteo. Porque eso sí, de la objetividad olvídate, eso no existe, tú conduces las cosas por donde quieres. Siempre a partir de lo que te dicen, porque tampoco vas a inventar. Ahí es donde entra la dirección, el carácter que tú le das al medio. Nosotros nos propusimos hacer un medio así porque somos apasionados de esto, creemos en la importancia que tiene el periodismo y que tienen los medios. No es solo que nos guste, políticamente tenemos que tener un medio, tenemos que influir y dar a conocer a la gente lo que queremos, lo que nos interesa para nuestro país y para el mundo.

No son muchos los ejemplos equiparables.

Mira, yo he querido hacer una especie de cadena de servidores en América Latina, para poder intercambiar cosas, pero no lo he conseguido hasta ahora, porque no hay diarios de esta línea prácticamente en ningún lugar. No hay periódicos suficientes en América Latina para hacer este enlace.

Por eso hay que sobrevivir. Yo ando toda la vida con mi periódico en la cabeza, que no desaparezca, que no se venga abajo. Y para eso hay que ser muy profesionales, porque cuanto más profesional seas, cuanto mejor hagas las cosas, más te proteges. Y más llegas al público, que es quien te va a proteger, finalmente. Ustedes, que les ha costado tanto hacer un diario, lo saben muy bien. Hay que conservarlo como sea, y hay que hacerlo sin traicionar los principios. Hay que tener cuidado, porque tenemos una cosa muy preciada en las manos, al menos para quien cree en esto. Yo sí creo que servimos, que influimos. Y además es una pasión, obvio. Si no lo fuera, no lo aguantaríamos. Si hay algo bonito, es hacer un periódico.

A ustedes les toca ahora hacer periodismo con un presidente con el que, por primera vez, comparten agenda. ¿Es más difícil hacer periodismo a favor que a la contra?

No necesariamente, a mí no me resulta difícil. Él (Andrés Manuel López Obrador) fue nuestro candidato, nos la jugamos con él, pero eso no nos ata de manos. Vamos a seguir haciendo lo que somos. No le vamos a apretar porque sí, ni vamos a dar por descontado que todo está bien si nos contrachoca lo que hacen. Con la situación del campo hemos sido muy críticos, porque está destruido. Importamos el 75% del maíz, ¡pero si es aquí donde nació el maíz! Claro que viene de atrás el problema, pero no se le pone solución.

No está fácil cuando la corrupción es costumbre.

La corrupción no solo está arriba. López Obrador siempre dice que hay que combatirla de arriba para abajo, como se limpian las escaleras, pero es que lo de abajo también está muy corrompido. Es muy complicado.

No es el único problema del país.

Claro. Lo del narco no es tan viejo como la corrupción, pero sí más de lo que la gente cree. De unos 100 años para acá. Porque todo lo que va a EEUU pasa por aquí; hasta los chinos mandan metanfetaminas por aquí. Pero hay más problemas. Existe una grave falta de atención a los grandes problemas nacionales, por ejemplo. Lo que más le dio en la torre a este país fue el neoliberalismo desde (Carlos) Salinas para acá.

¿Hubiese sido diferente si no le hubiesen robado las elecciones de 2006?

El país se terminó de joder en estos años. Salinas lo dejó hecho mierda, y año que pasa, año que es peor. A López Obrador siempre le he dicho, «mano, tú no ganaste, a ti te agarraron de pendejo y te dieron un país deshecho». Seis años no alcanzan para arreglar esto.

¿Qué hace posible que cada mañana salga el sol en México pese a los problemas que acumula?

La gente. Y eso que tenemos 80 millones de pobres, de los cuales 20 millones están en la pobreza extrema. ¿Te cae? Pero es la gente la que salva el país. Mira, con todo el caos que tenemos, somos casi ejemplo en el proceso de vacunación. La gente se portó bárbaro, yo hubiera llenado el periódico con lo que decía la gente.

No es por excusarles, pero al hablar de los problemas de México, a veces suele olvidarse lo que supone vivir debajo de una potencia como Estados Unidos.

Condiciona todo. Además, es una potencia en decadencia. Pero cuando se vaya la potencia, nos va a arrastrar a todos; nos está arrastrando ya. Y eso es lo que tenemos que aprender a enfrentar. Pero eso va a pasar, de hecho, con todo el mundo occidental capitalista; nos está pasando. Se nota en el clima, en las finanzas, en la política, es una caída brutal.

Hablando de resistir y de vivir bajo la presión de EEUU, recientemente estuvo en Cuba. ¿Cómo los encontró?

Pues mal. Tienes que tener en cuenta, antes que nada, que ese país no puede competir, ni puede desarrollarse con un bloqueo como ese. El último apretón de Trump fue el peor. Ya dice el presidente que deberían considerarlo patrimonio de la humanidad, porque a ver quién aguanta así. Saben hacer sus medicinas, en biotecnología son avanzadísimos, pero no tienen los insumos para fabricarlas. Pudieron dar con las vacunas porque tuvieron el laboratorio de los chinos. Y tres vacunas ya se echaron. ¿Que han cometido errores? Seguramente. Pero también tienen unos avances impresionantes. Hay gente que no aguanta, y es lógico también, pero no por eso vas a desmadrarlo todo.

¿Cómo se ve al País Vasco desde la distancia pero también desde el conocimiento?

Sí, ya sabes que aquí nos han acusado de cómplices del terror y todo eso. Nunca hicimos un editorial favoreciendo a ETA, pero sí atendíamos el asunto vasco, pues ahí se veía un conflicto político que venía desde la dictadura, que era algo que no quería aceptar nadie. Y ocurría en un país como la madre patria, fíjate, cómo no nos iba a interesar. Fueron groserísimos con nosotros, en especial en la época de Aznar. Como sea, había que cambiar, porque ya estaban perdiendo. Y ustedes lo han hecho y han conseguido mantenerse a pesar de tantos golpes.