El Gobierno municipal trabaja ya en perfilar el formato del txupinazo, empezando por la recepción en el interior del teatro Arriaga, en la que suele procederse a la imposición de los pañuelos festivos y se intercambian los atributos de pregonera y txupinera. Si el veto judicial a Jone Artola supone un «reto» para el protocolo, la Alcaldía tenía otra patata caliente en el traspaso de poderes entre la triatleta Virginia Berasategi y la futbolista rojiblanca Iraia Iturregi.

Berasategi, que se encargó de llamar a la fiesta en 2012, admitió en junio pasado que se dopó para la disputa del III Triatlón de Bilbo, el 18 de mayo, después de que en un control diese positivo. En una rueda de prensa, entre lágrimas, la laureada deportista confesó que hacerlo fue un error, por lo que pidió perdón «a todo el mundo».

Al Área de Fiestas no le ha parecido suficiente y, según ha conocido NAIZ de fuentes municipales, le han invitado a que no acuda a la recepción oficial, pues «no es bienvenida».

Todo apunta a que, si nadie lo impide a última hora, Marijaia estará más sola que nunca en el foyer del Arriaga, con la pregonera Iraia Iturregi, ya que, siguiendo la orden judicial, no se permitirá el acceso a la txupinera Jone Artola, por lo que su antecesora, la comparsera de Zaratas Nerea Orizaola, no tendrá a quien entregar la percha y la makila que son atributos del cargo y que le correspondería portar a la representante de Txori Barrote. Esta tradición se remonta a 1984, cuando Alazne Olabarrieta, que los estrenó, se los cedió a Ascensión Cruces, de Txintxarri, una comparsa ya desaparecida.