@zalduariz
Barcelona

La batalla política entorno al 11 de setiembre

Conforme se va acercando la fecha del 11 de setiembre, los posicionamientos y pronunciamientos de la clase política respecto a la cadena humana de la ANC se acrecientan, provocando polémicas muchas veces forzadas y llenando las páginas de diario en medio de la sequía informativa estival.

En los últimos días todos los grupos parlamentarios han querido posicionarse respecto a la Diada. (Quique GARCÍA/AFP)
En los últimos días todos los grupos parlamentarios han querido posicionarse respecto a la Diada. (Quique GARCÍA/AFP)

Como si de un ‘deja vú’ de lo sucedido el año pasado se tratase, conforme se acerca la fecha de la Diada el ruido se concentra con más fuerza en la arena política, con posicionamientos, silencios, peticiones y quejas diversas bombardeando a todas horas la actualidad catalana. De hecho, tal y como sucedió también el año pasado -cuando el Govern intentaba desviar el sentido de la manifestación hacia el pacto fiscal-, el lema escogido por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) para la jornada ha centrado buena parte de una polémica difícil de entender, en la que varios partidos políticos se han otorgado el privilegio de recomendar a la ANC y a la sociedad civil cuál debería ser el mensaje que Catalunya envíe al mundo el 11 de setiembre.

Pero el nombre escogido para la cadena humana es claro e inequívoco: ‘Via Catalana cap a la Independència’. Algo que incomoda especialmente a Unió Democràtica de Catalunya (UDC) y PSC.

Ante el silencio veraniego del líder de UDC, Josep Antoni Duran i Lleida, han sido segundas espadas como el conseller de Agricultura, Josep Maria Pelegrí, o el conseller de Interior, Ramon Espadaler, los encargados de poner de manifiesto el malestar de los socios de Convergència. Recientemente, Pelegrí envió una carta a la ANC en la que pedía que la movilización reclame el derecho a decidir y no la independencia, con el objetivo de unir a «todas las fuerzas democráticas del país». Una petición a la que siguió la advertencia de Espadaler, que la semana pasada declaró que «si fracasa la Vía Catalana porque se ha sido ultrarestrictivo, será un fracaso del país».

Pero el carácter independentista de la movilización levanta todavía más ampollas en el seno del PSC, cuya oposición al proyecto independentista no impide que traten de marcar, igual que Unió, el sentido de una movilización evidentemente independentista. Sin embargo, a nadie escapa que el principal problema del PSC sigue siendo la tensión interna que desata el proceso soberanista, algo que quedará nuevamente retratado el 11 de setiembre, sobre todo si las cabezas visibles del sector catalanista deciden participar en la cadena humana, igual que hicieron en la manifestación del año pasado.

La respuesta de la ANC

En este tira y afloja sobre el lema de la movilización tampoco han ayudado las declaraciones del vicepresidente de la ANC, Jaume Marfany, en las que señaló que «todos los que acudan serán contados como independentistas». Una expresión que contrasta con el talante conciliador y extremadamente medido del que suele hacer gala la Assemblea.

De hecho, la ANC trató de zanjar el tema la semana pasada con un comunicado en el que, por un lado, insistió en que el objetivo inequívoco de la movilización es «avanzar en el camino hacia un estado independiente» y, por otro lado, remarcó que se trata de una convocatoria «abierta a la pluralidad y transversalidad de la sociedad catalana». Todo en línea con las constantes declaraciones de la presidenta de la Assemblea, Carme Forcadell, que ha invitado en numerosas ocasiones a los partidarios del derecho a decidir a recorrer juntos el camino hasta la celebración de la consulta, incidiendo en que uno de los principales mensajes de la Diada será el de ‘Queremos votar’.

La ANC ha intentado cerrar así una polémica en la que no han querido entrar ninguno los partidos más claramente favorables al proceso soberanista. Desde CDC, el secretario de organización, Josep Rull, expresó la semana pasada su deseo de que «la Vía Catalana sea una expresión cívica, democrática y mayoritaria de la voluntad de libertad de Catalunya». Más duro se mostró el diputado de ERC en Madrid Joan Tardà, que calificó los debates sobre el lema de «estériles y bizantinos» e instó a centrarse en que la Diada sea «un éxito». En la misma línea, el diputado de la CUP David Fernández criticó los intentos de alterar el mensaje de la Diada, acusando a sus protagonistas de querer «vaciar de contenido el debate de fondo, que es la independencia política». Entre uno y otros, como viene siendo habitual, se ha situado ICV-EUiA, cuyo líder en el Ayuntamiento de Barcelona, Ricard Gomà, declaró la semana pasada que «la mejor manera de reforzar la cadena humana es que sea lo más inclusiva posible».

Pero volviendo a los paralelismos con la Diada de 2012, cabe recordar lo poco que duró esta polémica el año pasado, ante la evidencia de una movilización histórica inequívocamente independentista. Algo que, cabe pensar, se repetirá este año si la ANC consigue completar exitosamente la cadena humana. Hace doce meses, la manifestación desembocó en la inmediata convocatoria de elecciones anticipadas. ¿Qué cabrá esperar este año?