Las políticas de inmigración alejan a Gran Bretaña de Escocia en vísperas del referéndum
El resultado del referéndum escocés puede decidirse por bloques. Soberanistas comprometidos con la independencia, conservadores decididos por el «Mejor Juntos» y la clave laborista que, pese a la línea unionista oficial, acoge al sector indeciso más amplio. A estos tres grupos se les añade un cuarto: la población migrante.

Según el último censo, la población migrante supone el 7% de la ciudadanía total de Escocia. Esta cifra está por debajo de los niveles británicos, pero ha aumentado considerablemente en los últimos tres años. Entre 2001 y 2011, se ha duplicado (de 200.000 a los 400.000) de hace tres años. Y puede tener su influencia en el referéndum
Entre los que pueden dar su voto el 18 de setiembre se incluyen los residentes en Escocia procedentes de la UE, Irlanda, Gran Bretaña y el resto de la Commonwealth.
El resultado de las elecciones europeas de mayo influirá en la decisión que pueda tomar este bloque. Las políticas que llegan desde Londres con respecto a los derechos de los inmigrantes ya están siendo restrictivas, pero se prevé un gran resultado del partido xenófobo y euroescéptico UKIP. El partido de Nigel Farange aboga por limitar el número de inmigrantes, culpándolos de la crisis económica que cada vez se nota con más fuerza en las islas. Por ello, una victoria de la ultraderecha británica en los comicios europeos podría suponer un empujón al voto favorable a la independencia de Escocia por parte de la población extranjera.
Además de resultar un incentivo, volvería a remarcar las diferentes políticas a un lado y a otro de la frontera, alejando un poco más ambas realidades. Mientras que en Londres toma fuerza un partido dispuesto a limitar los derechos de los inmigrantes, Edimburgo ha planteado varias medidas para ofrecer más oportunidades a quien llegue desde otro país, con el objetivo de aumentar la población migrante.
Los unionistas redoblan las amenazas
La respuesta del No no se ha hecho esperar. El Ministerio de Interior británico ha advertido a Escocia de que tendría que renunciar a los planes para una política de inmigración liberal en caso de que quiera un acuerdo de apertura de fronteras con Londres.
El Ministerio va más allá y augura que si Escocia quisiera seguir formando parte de la UE debería adherirse al acuerdo Schengen, lo que supondría puestos fronterizos y aduaneros en las fronteras entre Escocia e Inglaterra. Sorprende que Londres asuma implícitamente una Escocia independiente en el seno de la UE. Y sorprende más que presuponga que Edimburgo no pueda, en teoría, seguir el mismo que Londres renunciando a Schengen.
Alistair Carmichael, el secretario de Westminster en Escocia, aseguró que Londres aceptaría la incorporación de una Escocia independiente a la Zona de Tránsito Común (CTA ), un acuerdo de fronteras abiertas que se extiende por Gran Bretaña, Irlanda, las Islas del Canal y la Isla de Man, pero para advertir a continuación de que las propuestas de Escocia de una estrategia de inmigración más abierta se contradicen con la CTA. Y añadió que una política de inmigración diferente de Gran Bretaña podría llevar a la imposición de puestos fronterizos.
Todo ello, viene precedido del anuncio de Salmond sobre las esperanzas de que la migración a Escocia crezca y «ayude a construir una economía más fuerte». Un punto en el que se hacen más evidentes las diferentes políticas de Londres y Edimburgo. Ministros escoceses han denunciado la creciente ola xenófoba en Gran Bretaña
Incentivos a estudiantes
El Libro Blanco escocés propone incentivos adicionales para los inmigrantes que se asienten en zonas rurales poco pobladas rurales, así como un sistema de visados más alentador para atraer a estudiantes extranjeros. También propone una política de asilo que tiene como objetivo integrar a los solicitantes tan pronto como lleguen.
Igualmente, la proposición del Gobierno escocés incluye la adopción de «visas post- estudio» para que los graduados se queden en Escocia y la creación de un sistema basado en puntos para alentar a los trabajadores más cualificados a instalarse en el país.
Al mismo tiempo, el Gobierno escocés argumenta que la adhesión a la CTA es de sentido común para todas las partes de las Islas Británicas. Carmichael, sin embargo, insiste: «Usted puede tener cualquiera de estas cosas, pero no puede tener ambas. Mi reto para el Gobierno escocés es que explique cuál de ellas va a adoptar».
El documento vuelve a utilizar el miedo para atacar el gasto económico que puede suponer la creación de nuevas estructuras en un estado independiente. Advierte de que la creación de fronteras significa costes adicionales para las empresas, así como la necesidad de «costosas agencias de migración y aduanas».
El ejemplo de Irlanda desdice la campaña de amenazas de Londres
Fiona Hyslop, secretaria de Cultura y Exteriores del Gobierno escocés, defiende que «es perfectamente posible tener tu propia política de inmigración y ser parte de la CTA, como demuestra el ejemplo de Irlanda».
Un portavoz del departamento irlandés de Justicia, se sumó al debate y añadió que «la CTA no altera en absoluto el control sobre los asuntos de inmigración y quién puede y no puede entrar o residir en Irlanda».
Dos realidades distintas divergen cada vez más y la política de migración que propone Westminster puede suponer un nuevo empujón a la independencia escocesa, haciendo de la campaña xenófoba la mejor aliada de los independentistas. A.A.

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