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Berna

La UE amaga con medidas tras el sí a las cuotas de inmigración en Suiza

Al día siguiente del rechazo en referéndum de la libre circulación de europeos, desde la Unión Europea se amagaba con «consecuencias directas» por la vuelta al sistema de cuotas aprobada el domingo en Suiza. El Gobierno federal suizo, que dispone de un periodo de tres años para presentar y aprobar su propuesta legislativa en el Parlamento, anunció que se pronunciará mañana sobre los resultados del referéndum.

«El establecimiento de cuotas no es aceptable. Es algo que no tiene cabida en el acuerdo sobre el libre movimiento de personas» entre la UE y Suiza, dijeron las fuentes europeas, que también afirmaron que «si unilateralmente las imponen, entonces la Confederación Helvética habrá violado el tratado» y aseguraron que habría consecuencias.

Promovida por la ultraderechista Unión Democrática de Centro (UDC) la propuesta de limitar la inmigración obtuvo el 50,3% de los votos.

La canciller alemana, Angela Merkel, advirtió, a través de su portavoz, Steffen Seiber, de que está claro que «plantea problemas considerables». «Las relaciones estrechas que unen a Suiza con la UE aportan a los dos poblaciones grandes ventajas y la libre circulación está en el núcleo de estos estrechos vínculos», añadió.

El ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, también consideró preocupante que Suiza «quiera replegarse sobre sí misma y es paradójico porque el 90% de su comercio exterior es con la UE».

El primer ministro británico, David Cameron, que ha planeado un referéndum sobre la relación de Gran Bretaña con la UE y también quiere fijar cuotas a la inmigración, aprovechó para defender su propia postura. «Lo que esto demuestra es que hay una creciente preocupación por el impacto potencial sobre la libertad de movimiento. Por eso, el primer ministro y otros ministros han planteado esta cuestión y seguirá haciéndolo con sus homólogos de la UE», afirmó su portavoz.

Bruselas revisará acuerdos

El responsable de la diplomacia belga, Didier Reynder, advirtió de que el resultado del referéndum «puede tener importantes repercusiones en las relaciones entre la UE y Suiza». «Sin duda nos obliga revisar los acuerdos» firmados en 1999 y aplicados desde 2002, precisó el ministro francés de Asuntos Europeos, Thierry Repentin.

Estos acuerdos se refieren a relevantes sectores como los transportes, el comercio de productos agrícolas o la investigación y desarrollo, según se recoge en las cláusulas del acuerdo de libre circulación de personas, firmado en 1999.

Entre las represalias, fuentes comunitarias mencionaron que Bruselas puede bloquear la participación de Suiza en el programa de intercambio de estudiantes universitarios Erasmus+ y en el de I+D Horizonte 2020.

La Comisión Europea espera ahora que el Gobierno suizo le comunique oficialmente en qué plazos y de qué forma pretende poner en marcha estas restricciones antes de activar cualquier medida. Bruselas espera mañana las primeras indicaciones, el mismo día que los 28 tienen previsto aprobar un mandato para negociar un nuevo acuerdo entre la UE y Suiza sobre todos los pactos sectoriales.

Croacia, primer test

La primera represalia se pondrá en marcha si Suiza decide paralizar la entrada de Croacia, que se adhirió a la UE el pasado julio, en el acuerdo de libre circulación, una cuestión que hasta ahora era meramente técnica. Está prevista para el 1 de julio y debe ser ratificada previamente por ambas partes. Pero tras el referéndum, los suizos ya han dado a entender a Bruselas que paralizarán el proceso. «Si lo suspenden, nosotros nos veremos obligados por nuestra parte a suspender las negociaciones sobre los acuerdos de investigación y Erasmus porque estos pactos contenían un vínculo con la extensión de la libre circulación a los ciudadanos de Croacia», explicó un alto funcionario comunitario.

Alrededor de un millón de ciudadanos de la UE trabajan en Suiza, mientras que 430.000 suizos trabajan en territorio comunitario. Todas estas personas quedarían en un «limbo» jurídico con «consecuencias desestabilizadoras», según la UE.

En la medida en que la introducción de cuotas a los trabajadores obligue a imponer controles en la frontera, se plantearía además un problema para la participación de Suiza en el espacio sin fronteras Schengen.

Minimizar las consecuencias

Mientras tanto, los medios políticos y económicos suizos intentaban minimizar el resultado del referéndum para tratar de integrarlo en sus relaciones con la UE, primer socio económico de Suiza. Las autoridades suizas reaccionaron con el típico pragmatismo del país, anunciando que el Gobierno iba a presentar en el Parlamento antes del otoño un proyecto de ley que recoja las principales disposiciones del texto del referéndum que pide «el fin de la inmigración masiva». «Vamos a actuar rápidamente y de manera consecuente», declaró la ministra de Justicia, Simonetta Sommaruga. El Gobierno evita ser tan catastrofista como se mostró cuando los electores rechazaron en 1992 la adhesión al espacio económico europeo. «Es un domingo negro», dijo entonces un ministro.

Didier Burkhalter, ministro de Asuntos Exteriores y presidente este año de la Confederación, opinó que «se debe tener cuidado con este tipo de comentarios» y prometió abordar las cuestiones con pragmatismo en las capitales europeas, en primer lugar en su visita a Berlín, dentro de unos días. Remarcó que el sistema suizo se basa en el hecho de que el pueblo puede decidir lo que quiera y a partir de ahí el Gobierno debe aplicar la decisión de la mejor manera posible para el país, aunque esté a favor de otra alternativa. «No va a cambiar nada a corto plazo en Suiza, los acuerdos de libre circulación siguen en vigor, hay un plazo de tres años para poner en vigor las cuotas» relativizaba también Daniel Kalt, economista jefe del banco UBS para Suiza.

Algunos analistas explican el resultado de la votación como una forma de defensa y repliegue identitario ante lo que los suizos ven como ataques desde fueras de sus fronteras y que mezclarían con la cuestión migratoria. Así, EEUU tiene el punto de mira a bancos suizos que gestionan fondos no declarados; París ha denunciado una convención bilateral sobre sucesiones con Suiza para imponer una más favorable a los intereses franceses y la OCDE le obliga a deshacerse del secreto bancario.

Los que aplaudieron sin ambajes la decisión de los electores suizos fueron los partidos «euroescépticos» de la ultraderecha europea, que ven como un respaldo a sus posiciones a cien días de las elecciones. El Frente Nacional francés -a la cabeza en los sondeos-, o el británico UKIP de Nigel Farage, saludaron «esta maravillosa noticia». «Esto que pueden hacer los suizos, también lo podemos hacer», afirmó el líder del PVV neerlandés, Geert Wilders.

La prensa suiza romanda, alarmada tras el referéndum

La prensa suiza romanda se mostró alarmada por la «bofetada» del éxito del «sí» en el referéndum sobre la inmigración. Para el diario «Le Temps», de Ginebra, «la vuelta a las cuotas de trabajadores europeos» constituye «un giro histórico en la política europea de Suiza que tendrá consecuencias imprevisibles». Destaca la oposición ciudad-campo en los votos y la brecha entre la Suiza romanda que votó «no» y la Suiza alemana, que votó «sí». «Una vez más son las regiones menos afectadas por la inmigración y la libre circulación las que quieren controlarla», señala «Le Temps», que lamenta que en el Gobierno nadie haya querido profundizar en las causas de esta ruptura. La «Tribune de Genève» habló de «bofetada para el Consejo federal (gobierno)», y se preocupa por la economía de una ciudad que funciona gracias a una fuerte presencia de extranjeros (35% del personal de la banca). «24 heures», diario de Lausana, tituló «El día en el que un país próspero se inventó una gran crisis». «La partida se anuncia dura para un país muy integrado económicamente pero muy aislado políticamente», estima.

En la Suiza alemana, que votó a favor de las cuotas a los inmigrantes (a excepción de las grandes ciudades), los comentarios en los diarios estaban más repartidos. «El `sí' al texto no es favorable a la economía suiza y, por tanto, al bienestar de la población», señalaba el «Neue Zürcher Zeitung» de Zurich. En cambio el «Basler Zeitung», de Bâle opinó que «toda Suiza» ha conseguido una victoria, aunque admitió que el resultado puede ser «la mayor derrota jamás sufrida por la economía y los sindicatos». GARA