Ni una palabra sobre el conflicto vasco o sobre su resolución. Apenas cuatro días después de que la Comisión Internacional de Verificadores anunciase un primer gesto de desarme de ETA y de que estos mismos expertos fuesen citados por la Audiencia Nacional; el presidente español, Mariano Rajoy, ha eludido por completo hacer referencias a Euskal Herria en su primera intervención durante el Debate sobre el Estado de la Nación.

Una ausencia criticada por Amaiur y PNV. «Ni le ocupa ni le procupa», ha lamentado el portavoz jeltzale, Aitor Alonso. «No ha mencionado una sola palabra, lo que supone un desprecio y una irresponsabilidad», ha constatado Xabier Mikel Errekondo. No ha sido este el único tema que ha quedado fuera del discurso de Rajoy, marcadamente triunfalista, centrado en la economía y que apenas ha dedicado sus últimos minutos a mantener el discurso inmovilista sobre Catalunya. Además de Euskal Herria, ha dejado en el tintero otros temas como la Ley de Educación, la reforma de la normativa del aborto o la Ley de Seguridad Ciudadana, puesta en cuestión por el CGPJ según publicaba hoy «El País».

«Es una gran noticia que ya no caminemos hacia la ruina», ha proclamado Rajoy, quien ha comenzado recurriendo a la «herencia recibida» del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero para luego poner en valor cambios como la reforma laboral y, finalmente, prometer nuevas iniciativas legislativas. «No quiero ser triunfalista» ha sido una de las frases de su intervención, aunque tampoco ha profundizado en las consecuencias sociales de los recortes impuestos por Moncloa.

Eso sí, se ha aventurado a predecir un crecimiento del 1% del PIB para este año y del 1,5% para 2015. Para el futuro, el presidente prevé una reforma fiscal que supondrá la ya prevista bajada de impuestos en 2015 (aquellos que cobren menos de 12.000 euros al año no pagarán IRPF). También, la reducción de las cotizaciones a la Seguridad Social con la conocida como «tarifa plana» de 100 euros que pretende promover las contrataciones.

Da la sensación de que el «caso Bárcenas» y toda la corrupción que salpica al PP ya no preocupa tanto a Rajoy. Ha abordado la cuestión permitiéndose afirmar haber «cumplido» al luchar contra el fraude. Aunque sin hacer mención a su extesorero ni a los diversos casos que señalan directamente a Génova.

Por último, Rajoy se ha enrocado en el «no» a la consulta catalana. «No hemos conocido otra cosa que la unidad, y ni queremos ni nos conviene quebrarla», ha reiterado, afirmando que la Constitución española no permite un referéndum pero que el texto «se puede cambiar». Una trampa retórica que se cierra con su apelación al diálogo, en referencia al president Artur Mas, «siempre dentro de la Constitución y de la ley».