Ramón Sola
Donostia

Trajes de camuflaje para entrar en una campaña engorrosa

La campaña europea arranca en Euskal Herria como un incordio para PSOE y PP -qué decir de UPN, que optó por borrarse-. Ambos buscan un perfil bajo y que el tirón estatal haga el resto. Pero no son los únicos que parten disfrazados o semiescondidos: El PNV intenta clonar el discurso de EH Bildu apenas dos meses después de traer a la Troika a Bilbo y recurre a CiU para sumar solo votos, no apuestas políticas. La coalición abertzale de izquierdas afronta una reválida con el aliciente de llegar a Estrasburgo y ser útil.

Ramón Sola.
Ramón Sola.

La campaña para las elecciones europeas está en marcha en Hego Euskal Herria, con una expectación mínima y, también por este factor, más incógnitas que nunca sobre los resultados que puedan contarse la noche del domingo 25. El cuadro adjunto refleja cómo el número de votantes vascos en estos comicios ha ido claramente en descenso en las últimas convocatorias, y a ello se le suman los factores sobrevenidos desde 2009: impacto de la crisis, descrédito de los principales partidos, debacles ideológicas varias... Salvo EH Bildu, que en 2009 no era siquiera un proyecto vago y ahora es una fuerza emergente con evidente capacidad de llegar al Parlamento Europeo, los otros tres grandes bloques políticos del país hubieran preferido sin duda posponer sine die esta cita con las urnas. Pero el calendario conjunto europeo manda y toca votar. Ello explica que PP, PSOE y PNV entren en campaña con pocas ganas y mucho camuflaje.

¿Todos contra la Troika?

Desde 2009, el concepto Europa se ha equiparado al estigma Troika para la mayor parte de la ciudadanía vasca, sacudida por el eufemismo de los «ajustes». Así que el disfraz anti-Troika será uno de los más socorridos. Especialmente pintoresco resulta el discurso del PNV. Hace apenas dos meses puso alfombra, mesa y mantel en Bilbo a los máximos mandatarios del Eurogrupo, el Banco Central Europeo y el FMI (y no bajo la marca «Basque Country» sino «Global Forum Spain»). Pero obviando este gesto tan sonoro y las políticas diarias de Lakua, se presenta en esta campaña denunciando que en los últimos años «ha primado en exceso la austeridad» y acusando a la Troika de tener «una composición que contribuye a diluir la responsabilidad por sus controvertidas decisiones, al tiempo que amplía la brecha entre los ciudadanos y las elites gobernantes de la Unión».

Más lejos aún va el PSOE, que un año después de las anteriores elecciones europeas pegó el mayor hachazo conocido al gasto público y social en el famoso discurso de José Luis Rodríguez Zapatero en el Congreso. Apela igualmente a la desmemoria. «Un Europarlamento socialista puede parar a la Troika», reza uno de sus principales lemas de campaña. El programa estatal tiene dos pequeños apéndices referidos a la CAV y Nafarroa que destilan precisamente lo contrario del eslogan. Incluyendo una apuesta radical en favor del TAV que le lleva a rechazar el «tercer hilo» -mucho más barato- improvisado para parchear en las conexiones con Euskal Herria el parón del Estado..

Soberanía, ¿cerca o lejos?

2014 es el año clave para las naciones sin Estado a nivel europero por los referendos soberanistas de Catalunya y Escocia, que sentarán precedente para el derecho a decidir y quién sabe si traerán además cambios de mapas en esta parte occidental del continente y en el seno de la Unión. EH Bildu y PNV insertan el tema en campaña, pero con ciertas paradojas.

Así, los soberanistas de izquierda reivindican desde el mismo título de la coalición que «los pueblos deciden» y reivindican con fuerza una Unión que garantice y canalice este derecho, pero no han conseguido una referencia catalana que enfatice este discurso, tras el no de ERC y la decisión de las CUP de no concurrir (aunque su líder, David Fernández, estará en mítines como el de mañana en Donostia). Se ha coaligado finalmente con Bloque Nacionalista Galego, la formación aragonesa Puyalón de Cuchas, Andecha Astur, Alternativa Nacionalista Canaria y Unidad del Pueblo, también canaria.

Con el PNV pasa justo lo contrario. Ha logrado repetir su entente tradicional con CiU, pero huyendo como la peste de la equiparación con el proceso catalán, que dejaría a Iñigo Urkullu en muy mal lugar ante Artur Mas. La coalición no tiene más objetivo que el de la suma numérica, porque los jelkides renuncian expresamente a explotar políticamente el tirón del soberanismo catalán en Euskal Herria. Otro disfraz, en suma. Resultó significativo que la foto de precampaña entre Urkullu y Mas fuera completada por el PNV con el insípido titular de «nos oponemos a la recentralización del PP». Y es que hoy por hoy el PNV no va más allá.

Será interesante comprobar qué grado de presencia tiene la cuestión en la campaña y si termina o no impactando en los resultados. Todo ello en unos comicios que se celebrarán apenas dos semanas antes de la cadena humana de Gure Esku Dago, que constata la importante tracción social por el derecho a decidir e interpela a los partidos.

La abstención es la amenaza

La encuesta del CIS publicada esta semana augura que solo el 38% del censo estatal acudirá a votar el día 25. En 2009 fueron ocho puntos más, el 46%. Si en aquella ocasión en Hego Euskal Herria la tasa de participación no llegó al 42%, parece realmente probable que ahora solo voten uno de cada tres citados.

En el cuadro adjunto se refleja la deserción paulatina sufrida por fuerzas como PNV y PP desde 1999 a una década más tarde, tránsito en el que han perdido casi la mitad de sus votantes «europeos».

PSE y PSN siempre han aguantado bien estos comicios gracias al paraguas estatal, pero esta vez no parece que eso vaya a ser una tabla de salvación. Mirando las listas, resulta patente además que ni PP ni PSOE tienen interés especial en pescar votos en Euskal Herria: que sus principales referencias vascas sean una vez más Carlos Iturgaiz y Ramón Jáuregui lo dice todo (en realidad, en la del PP aparece más adelante el navarro Pablo Zalba, sin ningún tirón y conocido solo por un escándalo de lobbys en esta legislatura). También resulta clarificador que Mariano Rajoy no tenga previsto ningún mitin en Euskal Herria cuando sí pisará ciudades como Murcia o Cuenca.

El PNV se encomienda también al continuismo (o al mínimo riesgo) en la figura de Izaskun Bilbao. Así que la única novedad estricta en estos cuatro grandes bloques está en EH Bildu, tanto a nivel de candidatura como de candidato. Josu Juaristi, exdirector de GARA, encarna un perfil diferente a la política profesional al uso y con profundo conocimiento del terreno.

EH Bildu, sin caretas

La propia elección del candidato apunta a que EH Bildu sí va sin caretas y a por todas. Aspira muy claramente a tener presencia en el Parlamento Europeo y a hacerse oír allí, para las cuestiones ya citadas y también para buscar desde dentro un impulso comunitario a la enquistada resolución del conflicto (muy lejos, y muy difuminado, queda ya aquel posicionamiento de la Eurocámara en favor de un proceso de paz en octubre de 2006).

Aunque todo dependerá de la abstención, se calcula que el escaño europeo requerirá más de 250.000 votos. Un reto al alcance de EH Bildu. Sus distintos socios acumularon casi 195.000 sufragios en 2009, cuando el proceso político que lanzó esta coalición todavía no había dado ni sus primeros pasos y los abertzales de izquierdas gozaban de muy pocas simpatías en el resto del Estado. Por otro lado, las primeras puestas en escena de sus socios de BNG han resultado potentes. El barómetro de ayer del CIS vaticina que la coalición logrará el acta europea con un 2,1% de los sufragios a nivel estatal.

Un escaño europeo de EH Bildu supondría una de las mayores noticias del 25-M, un sopapo para quienes insisten aún en criminalizarle o ningunearle en el marco estatal y una reválida de su pujanza en Euskal Herria a un año vista de las municipales y forales. Pero tendrá que movilizar a su gente en unos comicios que no motivan en exceso a parte de su electorado. Con el añadido de que esta vez todo apunta a una campaña de tono frío, y en la que los obstáculos no serán tan burdos como la ilegalización de 2004 o los pucherazos locales de 2009, sino sibilinos; el mejor ejemplo es la maniobra hecha por el PP en Gasteiz para cargarse los colegios electorales de Alde Zaharra.

Nafarroa sin UPN

Quien no se disfraza en estas elecciones es UPN. Lo suyo resulta peor, porque ha decidido directamente no participar en la pugna. Una señal de debilidad en toda regla, que se suma a la negativa a ultranza de Yolanda Barcina a adelantar un año los comicios navarros pese a la ingobernabilidad del herrialde. La excusa de que la circunscripción estatal cierra a UPN cualquier opción de llegar al escaño se cae por su propio peso si se recuerda que fue precisamente Barcina quien en 2009, un año después de que Miguel Sanz rompiera la fusión, alentó claramente a las huestes de UPN para que votaran al PP. En esta ocasión parece que ni siquiera lo hará de modo

indirecto, ¿o sí?

La espantada impedirá medir hasta qué punto está desmovilizado el electorado de UPN tras los escándalos de la legislatura, y sobre todo el de la CAN. Pero quien sí se testará a sí mismo será de nuevo EH Bildu, en su primera comparecencia electoral en Nafarroa con esta marca. Y lo hará en condiciones excelentes para atraer el voto de la oposición real al régimen de UPN. Geroa Bai también ha optado por no competir, y cabe recordar que en ausencia de esta «marca blanca» el PNV ni siquiera sumó 4.000 votos en Nafarroa en 2009.

En cuanto al PSN, lo fiará todo a la campaña estatal, pero no parece que quien denoste a Roberto Jiménez tras la espantada de marzo, la enésima, vaya a entusiasmarse precisamente con Elena Valenciano. La cabeza de lista fue la primera que anunció que no habría elecciones en Nafarroa al anticipar desde el inicio que «el PSN no irá con Bildu ni a la vuelta de la esquina».

En Ipar Euskal Herria, resaca

En Ipar Euskal Herria la campaña no comenzará hasta las 00.00 horas del lunes. La constitución de las instituciones locales con los nuevos representantes elegidos en marzo acaba de finalizar, lo que contribuye a aumentar el desintéres por estos comicios europeos. Si la anterior cita era la más cercana al votante, esta es la más lejana. Los tres territorios vascos están integrados en una enorme macrocircunscripción, Sud-Ouest, que incluye las regiones de Aquitania, Midi-Pyrénnées y Languedoc-Rousillon, y de la que saldrán diez eurodiputados.

Los únicos candidatos vascos cabeza de cartel son Jean Tellechea, de EAJ-PNB, y la exministra de la UMP Michèle Alliot-Marie, que ha tomado el relevo del europarlamentario de su partido Alain Lamassoure, también vasco, quien encabeza ahora la lista conservadora de la región parisina Ile-de-France.

En la circunscripción Sud-Ouest también otros primeras espadas lideran candidaturas. Es el caso de José Bové (Europe Ecologie), en cuya lista ha incluido al alcalde de Arberatze, Sauveur Bacho; de Jean-Luc Melanchon, presidente del Partido de Izquierda que dirige la lista del Front de Gauche; o de Philippe Poutou, coportavoz estatal de NPA que encabeza la candidatura del partido de extrema izquierda.

La izquierda abertzale no presenta candidatura en los territorios del norte, si bien la coalición EHBai ha remarcado que apoya políticamente a Josu Juaristi, a quien consideran su candidato ya que comparten el mismo proyecto para Europa.

Madrid y París juegan en casa

La composición del Parlamento Europeo se juega en el terreno de juego estatal, con circunscripciones únicas o que desfiguran completamente a las naciones. El sistema da opción a los grandes poderes españoles y franceses de explotar el viejo truco del bipartidismo. En el caso español, ha sido visible el interés de ciertos grupos de poder en recrear que PP y PSOE van cogiendo tendencia positiva en las últimas encuestas, cuando el análisis objetivo de los datos del CIS no lleva a esa conclusión en absoluto. Lo cierto es que es el stablishment en conjunto (PP y PSOE) quien se pone a prueba en estas elecciones, dado que su acción política en el marco europeo ha sido idéntica. El prestigioso politólogo Sami Naïr remarcaba esta semana en Radio Euskadi que esta votación del 25 de mayo en el fondo «solamente es importante para asegurar o no la legitimidad de las élites dirigentes europeas».

En el caso francés, el debate aún está más distorsionado por la pujanza del Frente Nacional, que permite al cuestionadísimo François Hollande presentarse como antídoto ante una opción «extremadamente grave».

Y Bruselas, la farsa final

En este juego de máscaras, la última farsa es el intento de barnizar democráticamente la Comisión Europea haciendo que el Consejo nombre al nuevo presidente entre los líderes que pasarán por las urnas en sus estados el domingo 25. El gesto es tan pobre que viene más bien a alimentar las dudas y debates sobre la legitimidad de la cúpula comunitaria.

Por si cuela, Guy Verhofstadt, líder de los liberales; Jean-Claude Juncker, del Partido Popular Europeo; Martin Schulz, del grupo socialdemócrata; y Ska Keller, de Los Verdes, han levantado la voz juntos para reclamar que el sustituto de Durao Barroso sea uno de ellos y nadie más. Y partidos como el PSOE han importado esta estrategia a sus respectivos ámbitos: en sus carteles Schulz aparece casi tanto como Valenciano. Un camuflaje más para pasar el trago.